Blogia
Carena

Haciendo balance

Haciendo balance

" ... dejadme que os cuente mi cuento de herida y caricias,
mi historia de nadie, mi nana de hambre, todas mis mentiras,
tal vez embelese y te bese cortándome a tiras,
si buscas deslumbre y encuentras alambre será que descuidas" (Marea)

 Volví a la mar.

Demasiado tiempo dándole la espalda, demasiadas cargas. Pero volví… y no llegué sola, llevaba tanta mierda conmigo que casi me hundo. ¡Qué desastre! No, para salir al mar hay que ir con lo puesto, dejando lo que sobra en tierra. Ese fue mi gran error, mi mochila contenía demasiado lastre. Y por primera vez, allí, entre las olas, no supe desconectar, ni tan siquiera disimular toda esta presión. 

4 de enero, un día fatídico en el que mi buen compañero, mi hermano  y mejor amigo se destrozó. Y con ello nos destrozó a todos. Se convirtió en un muñeco roto. Meses y meses de noches de hospital, falta de sueño. Cuidando de mi hermano, intentando aliviar el dolor de mis padres, de mi gente. ¿Y quien ha cuidado de mi? Claro, aquí está Marga, que todo lo puede sola, que no se deja ayudar porque se supone fuerte. Y el trabajo se convierte en un infierno que cada día absorbe, consume, quema más. Y llega un punto en el que apenas duermo, ni como, ni vivo. ¿Es posible dormir durante meses una media de 3 horas diarias a lo sumo? Oh, sí que lo es, aunque parezca increíble. El resultado: acabar en más de una ocasión hospitalizada, tener un carácter agrio y pasar los días desquiciada. 

En esos limitadísimos descansos, casi duermevelas, mi Cachalote siempre ha estado ahí, presente en un rinconcito de mi mente. Lo dejé a medias. A medio quitar la moqueta, a medio lijar, a medio pintar. Y no es que esto sea algo importante. Sí. Sé que suena banal, pero es una perfecta metáfora de en lo que se había convertido mi vida. Las cortinas fucsias que compré en su día se quedaron guardadas en una bolsa, junto con todas mis esperanzas, ya no veía la vida de colores alegres, sino todo gris y negro. Y claro, lo peor, mi viejo cascarón amarrado en puerto, sin salir a la mar. Y yo con él, amarrada a mis obligaciones. 

Pero no todo fue malo. Algo muy hermoso pasó en mi vida. Un “largo” clavo al que me aferré, que me hizo sonreír, que me dio algunos lapsus de descanso. Y un beso, un primer beso que me llenó de esperanzas, y en esos momentos lo tuve claro: esto pasará, pronto volverá todo de nuevo a su sitio, volveré a mi vida de antes, como siempre. Y es que ese, fue uno de esos besos mágicos, lentos y suaves que son una explosión de emociones, besos de esos que llenan de aliento, de los que insuflan vida pa seguir tirando palante.  Y a pesar de no dormir, de llevar una gran pena por dentro, pasé una temporada en la que salía a la calle con una sonrisa boba. Y encontré tiempo donde no lo había para largas charlas nocturnas que me hacían reír, y mi alma volvía a sonreír. ¡Que hermoso es sentirse así! Abrí una puerta que llevaba cerrada mucho tiempo. Pero no todo fueron rosas, la sombra del miedo estaba ahí. ¿Y si esto es el preludio de algo que también acabará mal? Claro, todo lo veía negativo. Y sí, soy una capulla, pero era lo que había. 

Además el trabajo apretaba, y más presiones, y cada día más cosas pendientes, y a cada minuto una nueva petición. Cada vez más, y más, y más… Nunca supe decir que no, siempre dispuesta a ayudar, siempre comprometiéndome con Dios la Virgen y el Demonio, daba igual, aún a sabiendas de que me estaba echando más mierda encima. ¡No podía con todo! ¡no puedo con todo! Joder, maldito corazón que me pierde por no ponerse de acuerdo con la cabeza. 

Tras tanta calamidad, cuanto más asfixiada me vi mi hermano mayor nos trajo buenas noticia: iba a tener un sobrino. Ya me imaginaba yo en el papel de tita Marga, asalvajando a un Miguelito descarado y contestón (como su tita, claro). Y algo cambió en casa, un rayito de esperanza, una bendición. Vi en mis padres alegría, la vida seguía. Pero duró poco. Un aborto imprevisto borró otra vez de golpe el  brillo en los ojos de mi madre.  Al poco volvió a sonreírnos la vida: mi hermano se mantuvo en pie, solo unos segundos. Pero Murphy, ese jodido cabrón que se ha convertido en mi inseparable sombra se encargó de jodernos de nuevo. Alicia, su novia tuvo un accidente de coche cuando venía a ver a mi hermano a casa. Y el peque, que estaba más motivado que nunca volvió a venirse abajo. Se sentía culpable, decía que si no fuera porque ella tenía que desplazarse a casa nada le habría pasado. Era absurdo, pero no podíamos convencerle de lo contrario ¡¡Mierda!! ¿pero cuando va a terminar este infierno? ¡¡ESTOY HARTA!! ¡¡YA NO PUEDO MAS!! 

Y con todo ese lastre llegué a la isla. Y con miedo a llevarme decepciones puse de nuevo una barrera, solté un NO TE  QUIERO, dicho con mala leche, con hastío y encima repetido varias veces, adornado con toda la rabia y el pánico que llevaba meses acumulando. ¿Pero a quien se lo dije, a él o a mi misma? No quería que me hicieran más daño. En este último año todo han sido desilusiones, una detrás de otra. En cuanto creía ver un poco la luz ¡zas! Una palada más de lodo encima. Y no quería, no podía consentir ilusionarme con algo más para que se jodiera de nuevo. Así que yo mismita me encargué de fastidiarla. 

Los primeros días de “descanso” no fueron tales, teléfono, teléfono, más teléfono. ¡Joder, que me dejen en paz, estaba de vacaciones! Pero no lo apagué,  seguí  trabajando. Y la familia también llamaba y los llantos de mi hermano, sus “te necesito, vuelve pronto” ¿Cómo desconectar? Se me partía el alma. ¿Descanso? ¿Vacaciones? ¡¡Y UNA MIERDA!!  Mi cabeza seguía aquí, seguía atrapada en esta selva. Y en aquella isla sentí la necesidad de pedir a gritos un poco de cariño, un mimo, una sonrisa,  un simple abrazo. Yo, que nunca los pedí hasta entonces. Pero mis S.O.S eran silenciosos, no habían te quieros, no supe decir ayúdame, o lo que es peor, no me quise dejar ayudar,  porque para ayudarme tenía que empezar yo misma en apagar en ese teléfono, y en tirar al fondo del mar todas las cadenas que me ataban, todo lo que aún me mantenía aquí. 

Estaba desesperada, susceptible, todo me lo tomaba a la tremenda. Nerviosa, porque mi cabeza seguía aquí, en el infierno que yo misma me he encargado de levantar a mi alrededor. Y ante cualquier grito, o amago de discusión saltaba a la tremenda, y mis reacciones fueron desmesuradas. Y lloré, y mucho, sentada junto al mar. Quería romper con todo lo que me hace daño, con todo lo que está devorando mi vida, pero ¿cómo? Me sentía tan perdida. Sólo quería volver a poner mi mundo del derecho, salir de ese caos, no pido tanto. Sólo un poquito de paz, un ratito para mi. 

La situación de estos meses fue haciéndose una bola, que crecía y crecía. Y en el momento en el que menos lo esperaba ese alud arrasó. Pero no me llevó a mi, sino que arrastré a mucha gente que no tuvo culpa. Y lo siento, ¡Dios, como lo lamento! Daría todo lo que tengo por poder borrar muchas cosas, por aliviar esta angustiosa sensación de vergüenza, esta pesada losa que me tortura a cada minuto. ¿Cómo enmendar el daño? Ojalá lo supiera. ¿Nunca habéis deseado con toda el alma retroceder en el tiempo para poder enmendar errores gordos? Creo que casi todos, en un momento u otro nos hemos arrepentido tanto de algo, nos hemos sentido tan tan avergonzados que daríamos un mundo por volver a tras y poder enmendarnos. 

He destruido muchas cosas, la he cagado y bien, pero como dicen, la letra con sangre entra, y he vuelto a casa con la lección aprendida. Y mi regreso fue extraño. Al llegar me refugié en Jorge, necesitaba abrazos, caricias, mimos. Él me los dio. Y besos, muchos besos. Y fue muy dulce, y respetó mi silencio, porque regresé así, callada, sin nada que decir. Jorge es un guapísimo aventurero que busca el amor de su vida. Es algo así como un Quijote en busca de Dulcinea. Ojalá tenga suerte y no tope con muchos molinos. Yo no soy ese amor, ya se lo dije, pero era él el que me esperaba a mi vuelta, y el quien me dio largos y cálidos abrazos que tanto necesité estos días, lo hizo fuerte, con ganas y  sin más me acurruqué en su regazo y me dormí mientras me acariciaba la espalda, como tantas veces yo solía hacer a alguien a quien quiero. Recibí entonces al recordar una fuerte hostia de añoranza, de pena y soñé con escapadas pasadas. 

Al despertar cambiaron los planes. Me fui a casa. Me alegró ver a los míos, pero por otra parte pensé: joder, de nuevo aquí, lo primero que me dijeron es “menos mal que has vuelto, nos hacías falta”, hay aún tanto por hacer, tantos pidiendo ayuda. ¡¡HOSTIA!! ¡AL CARAJO TODOS!   El domingo antes de que todos despertaran desaparecí y  fui a mi barco. Y al fin noté que había regresado. Abrí, ventilé baldeé. Cayó una coronita en la bañera de mi barco. ¡Sí! En esos momentos sí que me sentí en casa. Por primera vez me sentí en mi lugar de nuevo. Mi barco es mi casa, y en eso lo voy a convertir: en mi hogar. Me mudo. Y me mudo ya. Ya iré lijando y pintando sobre la marcha. Es ahora o nunca. Es mi casa, es el lugar donde encuentro paz.  

Sabéis, el atontao más de una vez me ha insistido con el arnés,y la seguridad. Pero no tan solo se refería a la jodida linea de vida del barco, sino a la de mi propia vida. ¡Qué razón tenía! Ahora, desde la distancia, empiezo a verlo claro. ¡Pero qué ciega he estado! Tenía razón, debía dedicarme a vivir. La he cagado. Y me atormenta la posibilidad de perder al gran amigo que tengo por tantas cagadas, por mi ceguera, por mi estupidez y mi cabezonería. Siempre digo que puedo y no, no puedo. No puedo hacerme cargo de todos, de todo. Ojalá algún día me perdone no haber sabido o no haber querido escucharle, ojalá no me guarde rencor y ojalá, de verdad, de corazón, volvamos a sonreír como hacíamos hasta hace tan poco. Y claro que le mentí al decirle tantas veces que no le quería, ¿cómo no querer a alguien tan especial?  Tal vez el mío  no fuera el amor que él creía, estaba convencido de que estaba colaita  por él, y aunque confieso que a puntito estuvo de conquistarme, mi cariño iba por otros derroteros, era distinto, pero muy profundo, por encima de un simple y pasajero enamoramiento. Era, y es, un amor de amigos, de compañeros, de los de “pa siempre” pase lo que pase. Ya se lo dije, le debo mucho, aunque él no se imagina cuanto, no creo que sea capaz de calibrar mi nivel de agradecimiento. Porque en cierto modo me ha cambiado la vida. Me ha puesto los pies en la tierra. Esos son los amigos de verdad, los que están ahí en los baches, aunque se griten y se enfaden. Todos nos equivocamos, lo importante es aprender de esos errores. Y el atontao me tendrá siempre ahí, porque ya ha pasado a formar parte de los míos, y por ellos, por mi gente voy a muerte contra viento y marea. 

He intentado mirarme a mi misma, y no a mi ombligo, ver en lo que me he convertido. En cierto modo he visto a una chica caprichosa, inconsciente e irresponsable. No me gusta lo que he visto. Estos meses he sido una máquina en continuo funcionamiento,  mil cosas por hacer, sin pensarlas sin sentirlas, sin descanso. No he sabido decir no, no puedo. No supe negarme cuando me pedían favores, ni tan siquiera supe dar prioridad a mi salud, física y emocional. No pude. No me he visto sonreír, he visto en mi a una persona amargada, agotada, inestable. Qué triste, qué asco, qué desperdicio de ¿vida?.  

Y ahora que lo pienso… me desdigo.  ¡Claro que sí! Sí que puedo. Puedo romper con todo, puedo aprender a decir NO. Puedo elegir. ¡Por supuesto que puedo!. Por eso me marcho a mi viejo barco, tengo un hogar, hay un lugar en el que me siento bien. Y no será fácil aprender a vivir sola ¡en un barco diminuto!. ¡Si me encanta llenar la bañera de y sumergirme en ella las frías noches de invierno!  Y llegar a casa y encontrarme la comida hecha la ropa lavada, la casa limpia, joder si ni siquiera sé cocinar, ni planchar (bueno, he descubierto estos días que las albóndigas me salen cojonudas). Pero no sé hacer casi nada. Aunque… claro, es fácil, todo es ponerse y aprender. Hasta la cosa más chorra me va a costar un montón, y eso me da pánico. No sé qué llevar, de qué prescindir. No sé por donde empezar. Bueno, sí, eso sí lo sé, empezaré por relajarme al llegar del trabajo, por tomarme una cerveza en mi bañera con algo que hace mucho que tengo ganas de exhibir: una sonrisa de placer. 

Estoy muerta de miedo pero a la vez me siento segura, con ganas de tirar palante, de sentir de vivir ¡que ambigüedad! Por un lado estoy triste, muy triste, por todos los acontecimientos de estos meses y el fatal desenlace. Lloro mucho, de pena y de vergüenza. Pero también me siento esperanzada, muy ilusionada de nuevo y sonrío. Tengo un pellizco en el pecho de amargura y un cosquilleo en la tripa de emoción, de “¡vamos pallá!”  ¡Joder, qué bueno! Por mal que vayan las cosas siempre quedan las esperanzas, y la vida nos ofrece nuevas oportunidades, solo hay  que mirar pal lado que no hayan nubes, siempre hay un claro por donde se cuela un rayito de sol. Y ahora acabo de verlo y me he puesto debajo pa que me de calor.   

En fin, empiezo de cero una singladura que no sé donde me llevará, pero en la que debo aprender a cuidarme a mi misma. Deseadme suerte, creo que la voy a necesitar. 

16 comentarios

Chifle -

Me alegro de tu regreso, te echaba mucho de menos.
Un besazo

Antonio -

Eres alucinante. Sigue así y navega más en ese barquito de Carboneras. (creí verlo allí). Un saludo

Payaso -

La niña de la cara pecosa más bonita, mira que te he dicho cienes y cienes de veces que tu genio te pierde. Pero los que te conocemos sabemos que tienes un gran corazón, y que aunque eres impulsiva y no puedes reprimir decir o hacer lo que piensas y sientes, también sabemos que cuando te das lo haces al 100%.
Marga, eres el ser más generoso que he conocido, nada guardas para ti pudiendo compartirlo, siempre intentando ayudar, comprometiéndote en muchas ocasiones con causas perdidas
No, yo no quisiera que cambiaras, eres única, pero dosifica, vigila a quien te das que no todos lo merecen y aunque sé que no harás caso, intenta guardar algo para ti.
Tenemos pendiente un café y una larga charla

Nicolás -

¿en La Sabina? Juro que te devolveré a casa sana y salva antes de medianoche, Cenicienta (si es lo que quieres, claro)

Nicolás -

Marga eres insumergible, te conozco bien, y he seguido de cerca pero a la sombra toda esta racha que llevas pasada, y lo he hecho con admiración. Créeme, al menos yo carezco de esa fortaleza, de esas ganas de vivir que tu tienes. Si a la pasión hubiera que ponerle un nombre, indudablemente llevaría el tuyo. Y si tuviera además tu rostro, sería una de las cosas más bonitas sobre la faz de la tierra
¿Cuando me vas a aceptar esa invitación a cenar? :)

urtzi -

Hoy y ahora despues de leer emocionado todo esto entiendo algunas cosas que solo era capaz de intuir, algunas reacciones, las lagrimas, la rabia..........
Algo hablamos de mi pasado en tu visita por mi tierra, por eso creo poder decir que haces lo correcto, que cuando se tiene esa sensacion de ahora o nunca, es el momento.
Me alegro de que vayas encontrando el camino, tu camino.
Decirte asimismo que por mucho que la hayas cagado todo tiene remedio y se puede arreglar.
Un besazo.
PD: escribes muy bien, que lo sepas.

Un señor con gafas y nariz de plástico -

Sé de buena tinta que las albóndigas te salen de cojón de mico, así que ya tienes por dónde empezar esa nueva singladura: hambre no pasas, fijo!. Y quien las pruebe...no podrá saber lo que es el rencor jamás.
El resto....no es más que parte de tu vida; ni olvidable, ni vergonzante. A fin de cuentas, te ha servido para dar un golpe de timón muy bien dado, para volver a la mar y a tu Cachalote, para volver a ser tú, la Polencilla que engancha.



(...y luego dice que no sabe escribir la tía)

Pedro -

Hola Marga,
Desde hace tiempo he ido conociendo algunos detalles sobre tí a través de posts de "La Taberna".
Hoy, de rebote, he terminado en tu página. Y lo que aquí relatas me ha sacudido, dejándome sin palabras.
Simplemente, darte las gracias por emocionarme y desearte la mejor de las suertes.
Sé feliz. Vive. Navega.
Pedro (TíoPiter).

De la Rocha -

Deberias de clonarte tia, me molesta que seas unica y no sean varias, para ver si alguna me tocaba a mi, vivir contigo seria la pera ;-)))

¡¡¡a las trincheras Marga!!!!

besos y abrazos y coronitas

Rubén.

Tamamoana -

Tienes la fuerza de la marea,la sensibilidad del amanecer, la alegría del sol y toda la vida por delante.Los que llevamos lastre sabemos lo duro que es tirar hacia adelante, por eso te digo que, hagas lo que hagas, estarás en el buen camino porque lo importante es tu interior, y es de lo mejor que he visto en este mundo.No tengo el placer de conocerte pero si compartir taberna y blog contigo me acerca a tu amistad, me siento feliz. Un abrazo.

Androgen -

Siempre.

Un...todo.

marejada -

impresionante el mea culpa que entonas. Sabes, es muy difícil tener el valor para hacer público un error, y para arrepentirse, y para desear en público ese perdón. Es casi tan difícil como tener esa fuerza al expresar.
Tu eres impresionante. Ojalá alcances esa paz, afortunado y envidiado el hombre al que ames

windi -

¡Cómo molas, tía!

Se puede caer el mundo delante de ti, que siempre encontrarás la fuerza interior que te haga recomponerte.

Decía un genio:

"Sólo el amor alumbra lo que perdura, sólo el amor consigue encender lo muerto,
sólo el amor engendra la maravilla, sólo el amor convierte en milagro el barro". El barro, la ponzoña del mundo, que tú transformas con ese amor que te da el aliento. El amor que te dan y que das.

Viéndote cómo cabalgas la vida, me viene el deseo de adaptar la frase de Descartes a tu vida. Pareces decir: "Amo, ergo sum".

Sigue amando y seguirás siendo feliz.

A vela -

Si Cachalote navega de nuevo, aunque inicialmente sólo sea en la red, es la mejor señal.

Avistarte después de tanto tiempo ha sido una alegría.

Buenos vientos ... a ambos.

Wandyta -

Marga, eres visceral para lo bueno y para lo malo, y creo que esa misma fuente de energía de la que te alimentas te hará salir de todo esto.
Un besazo.

Natacha -

Es lo más bonito que he leído desde hace mucho tiempo.

Suerte Marga, estoy segura de que conseguirás ser feliz.