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Carena

En carne viva

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Le rondan las pirañas y se apaña azuzando la mirada
para alejarlas con las garrapatas que la quieren devorar
y ser la neblina del bosque que mira y no deja mirar
penacho de invierno sediento de mi lagrimal.

de leña seca su ropaje, petenera su lamento
en carne viva el carruaje que la lleva a sus adentros
la sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos,
de ir en contra de los vientos

empalma hasta a a los juncos que eran firmes antes de ser destronados
y nunca se ha corrido con el ruido del gentío y su existir
comadre de las musarañas, como en la canción del Martín
que encuentro sentido al seguido del punto del fin. 
 

Hace unos días alguien en la taberna proponía que 3 canciones, canciones  de navegar. Bueno, yo tengo algunas, pero hay una, que la suelo oír a diario, y me produce al hacerlo la misma sensación que cuando salgo por la bocana con el Cachalote.  

Es así, como cuando fuera del resguardo del puerto el balanceo del barco se acentúa,  proa al mar, un horizonte infinito de agua. Y en esos momentos me viene el estribillo a la mente:

 

“De leña seca su ropaje, petenera a su lamento

En carne viva el carruaje que la lleva a sus adentros

La sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos…” 

Y así, con mi sonrisa despeinada, a veces amarga, dejo atrás todo, toda la mierda que enfanga el alma. Porque en la mar no hay cabida para eso.

En tierra a veces me siento como una muñeca rota, que va de mano en mano, una marioneta que se presta a jugar. Son muchas las ocasiones que ejerzo de la mujer sin nombre, la del momento, el muelle de espera, un puente de tránsito. Como dice la canción, me rondan las pirañas,  garrapatas que me  intentan devorar que solo buscan el chute de energía y chupan hasta recuperarse. Y yo me agoto en las musarañas pensando que empalmar es subir al cielo. Siempre se me dio bien eso, empalmar, y subir muy muy alto para luego tirarme de cabeza y una buena hostia.

Pero suelto amarras, y todo es distinto, porque allí fuera nada me hace daño. Las olas me acunan y el viento me acaricia, y sé que no me mienten, que no he de creer ni esperar nada, solo vivirlo, sentirlo. Y la sal entra en la carne viva, y escuece pero cura, y todo queda atrás mis lamentos cantan por peteneras con voces cada vez más lejanas

Así que una de mis canciones que me hace navegar en tierra, en la vida es Peteneras, que me llena de energía. Me puse a buscar el video para dejarlo aquí, y me sorprendió, desconocía la historia de esta canción, pero sobretodo me identifiqué con el batería del grupo. Se le ve con rabia, con ganas de gritar mientras las olas le golpean, así me siento muchas veces.

Este no es un post triste, solo son ganas de gritar y de volver de nuevo a navegar. Llevo ya mucho tiempo sin hacerlo, tal vez demasiado. Me quedo con la sonrisa despeinada a bordo del Cachalote.

 

El sireno

El sireno

 Jugar entre rasos blancos a rozarte con las uñas.
Esconderme entre tus piernas, seré tu ropa interior.
A ver quién grita más fuerte,
quién hace más daño a quién.
Muerde bien y no me sueltes, dame un poco de dolor.
Eso tú sabes que en mí es mi máxima afición
y gritar tu nombre contra el viento.

 Revolver

 

Aissss,  aunque es de secano me  hace navegar. O al menos la senasción es parecida.

 

 Que noooo, que no he bajado la guardia. Eso ni loca. Creo que he perdido la capacidad de amar, pero "mi" sireno me hace sentirme bien.  Ha sido así, de golpe. Y ya le conocía. Pero una noche lo cambia todo.

 

Ah, y tiene una sonrisa preciosa.

 

Pero no quiero que se vuelva a declarar. No quiero creerle, no puedo creerle. No debo. Solo el ahora importa ¿para qué complicarlo?

Ultimos días de verano (1): Chapoteando

Ultimos días de verano (1): Chapoteando

En la escuela de la experiencia las lecciones cuestan caras, pero solamente en ellas se corrigen los insensatos

(Benjamin Franklin)   

Hoy llueve en Almería.  Ciertamente, ha sido y está siendo un otoño e invierno lluvioso. Es raro ver llover tantos días en esta tierra seca. Aún así, los días de lluvia me reconfortan, siempre me han gustado. Y ahora, a través de la ventana, viendo el día gris y el agua caer han vuelto a mi memoria los últimos días de verano. 

En agosto el viento nos castigó. El levante sopló sin descanso estando mis amigos de visita en mi tierra. Empezaba la cuenta atrás para volver a la dura rutina, y mis esperanzas de poder navegar antes de incorporarme al trabajo menguaban a medida que el levante se tornaba más rabioso. Al día siguiente de la marcha de mis amigos tan solo quedamos en puerto Nonick, Spark Raf y yo. Y parece ser que el viento se apiadó de mi, pues decidió dar una tregua.  

Raf ha sido todo un descubrimiento para mi. Ya lo conocí un año atrás, coincidiendo a bordo del Cacao. Pero no llegamos a tratarnos. La primera impresión que dio era de ser un tío de esos que van a lo suyo. No, no un pasota, ni mucho menos un estúpido. Simplemente un tío muy independiente. Sin embargo, durante los últimos días de este verano coincidimos prácticamente a diario y pasamos muy buenos ratos. Y en esos momentos descubrí a un chico amable, muy cariñoso, divertido y con una sensibilidad exquisita.  Me ayudó a adecentar mi fondeo. Cambiamos el ancla, sumamos metros de cadena y acortamos cabo. Ibamos a emprender una pequeña travesía rumbo a Cabo de Gata, con intención de fondear allí un par de noches. Raf es armador de un precioso barco, el Angel Guardián. Para mi hubiera sido más fácil embarcarme con él, pero no, yo quería ir en mi Cachalote, que no tiene el señorío del Angel Guardián, ni el equipamiento pero es mi barco, y es en el que prefiero navegar. Y así lo hicimos, ambos barcos  salimos rumbo al Cabo.  Esa misma mañana Nonick y Spark también salían, ya de vuelta a su casa, con lo cual nos unimos los tres en la misma ruta. Estaba emocionada, era la primera vez que iba al Cabo sola en mi barco y el cosquilleo en la tripa solo lo superaba la sonrisa de boba que ni intentaba disimular.  

Si algo no  me pueden recriminar es que presuma de ser una buena navegante. Todo lo contrario, sé bien que tengo mil cosas que aprender, no sé si el trimado es correcto. Es más, cuando salgo más allá de la bocana no sé pa qué lado he de sacar el Génova. Casi siempre salgo sola, salidas cortitas, en las que pruebo, saco el Génova, pruebo a un lado y si el barco no se mueve pa donde quiero lo pongo a otro, pacá o pallá, pero a mi modo, consigo que el barco se mueva. Y claro, me pregunto muchas veces si a pesar de moverse (más o menos pa donde quiera) se puede mejorar. Y doy por hecho que se puede, pero hay tantas incógnitas por descubrir.  Cuando me subo a los barcos  de otros me fijo en lo que hacen, aunque parezca distraída me voy quedando con todo. Pero cada barco es distinto, al igual que su comportamiento. Y muchas veces es difícil aplicar al Cachalote  lo que veo en otros barcos.

Sin embargo, es esta ocasión fue distinto. La travesía al Cabo fue de mucho provecho para mi. Estaba en contacto con Raf y Nonick. Nada más izar velas Raf por radio me corrigió algunos errores siempre a modo de consejo y dándome la opción a que probara.: el génova no estaba del todo desenrollado, las escotas estaban por dentro, un par de patines de la mayor se me salieron del palo.... ufff tantas cosas. Pero en cierto modo me daba igual, al fin y al cabo navegaba y era yo la que tenía que enmendar esos fallos, estaba sola en el barco y nadie estaba ahí para hacerlo por mi. ¿Quién dice que no se puedan dar clases por radio?  Hacía un día fantástico, con poco viento, a ratos tan poco que tuve que tirar del motor un ratito, pues Raf llevaba asimétrico, pero yo no y mi barco no es que sea precisamente un fórmula 1,   pero me vino genial para poder encargarme del trimado sin dificultad. Para hacer y deshacer, tranquilamente, y observar con calma como los consejos aplicados mejoraban la navegabilidad. ¡Dios como disfruté! 

Llegando a la fabriquilla Nonick siguió su camino, aún le quedaban muchas millas hasta su puerto. Raf decidió fondear justo antes de volver el Cabo, y ya veríamos lo que haríamos más tarde. Puesto que no tengo piloto automático y no sé fondear (no, no sé) acordamos que 1º fondearía el Angel Guardián y después se acercaría a mi barco para ayudarme. Así lo hizo, fondeó el suyo y acto seguido llegó a nado al mío para ayudarme (bueno, yo era la que le ayudaba, él lo hizo casi todo). Propuso volver a su barco, que estaba relativamente cerca para comer allí y echar una siestecita. Vale, peero no sé nadar…. ¡Venga ya! ¡Como no vas a saber!... No, no sé… bueno, floto, pero nadar, lo que se dice nadar… pues no. Pero vamos, que a tu barco creo que llego, despacito pero llego. Tírate que yo te sigo…. Y me tiré tras el. Es más, me tiré con mi toalla metida en una bolsa de plástico y sin darme cuenta la radio portátil también dentro. Y llegué, poquito a poco, con un brazo alzado sosteniendo la bolsa para evitar que se mojara, pero llegué. La verdad es que mi estilo perrito había funcionado hasta ese día.  

La tarde fue una gozada. Una siesta reparadora y un bañito. Buen día, buena compañía y el mar… ¿qué más se podía pedir?. Puesto que el tiempo parecía que daría más tregua decidimos seguir para fondear en San Pedro y pasar la noche allí. Vuelta a lo mismo, ahora tocaba volver al cachalote. La proa del Angel guardían apuntaba a mi popa (la de mi barco digo). Raf se tiró por adelante pero yo no quise arriesgar, que una cosa es flotar y otra cosa tirarme de cabeza al agua, así que me bajé por la escalerilla de popa e intenté chapotear hacia mi barco. Ufff…. Algo me decía que me costaba mucho más que antes, por más que intentaba avanzar cada vez retrocedía más.   

¡¡Coño con la corriente!! Raf estaba sonriente sentado en la bañera de mi barco. Pa mi que no se había acabado de creer eso de que no sé nadar. Seguía intentándolo pero me cansaba, y.. Raff, que no que no puedoooo. Raf me miraba y había una expresión de incredulidad en su rostro. la sensación de agobio me hizo hundirme un instante. Raaaafff que no llegooo. Volví a hundirme un momento, me asusté Por primera vez en mis 32 años noté que el agua tiraba de mi hacia abajo. Porque, a pesar de no saber nadar nunca me hundí, y era consciente que a medida que me ponía más nerviosa o intentaba moverme más me costaba mantener la cabeza fuera del agua. Me faltaba el aire, no controlaba la respiración y la ansiedad aumentaba convirtiéndose en un pesado lastre. Glub glub Rafffffffffff  que me ahogo cohooneessss. Y raf , sentado en mi bañera cambió la sonrisa incrédula por una expresión de alarma y sin pensárselo se tiró al agua con el rosco naranja. ¡¡Estás loca, no sabes nadar!! Pues claro, qué novedad, ya te lo dije. 

Mientras Raf recogía mi fondeo yo estaba medio bloqueada por el miedo. Me temblaban las rodillas. ¡Qué digo! Parecía una masa de gelatina, temblaba de la cabeza a los pies. Aún estaba intentando asimilar lo que había pasado. La bolsa que contenía la radio y la toalla se habían mojado. La radio había dejado de funcionar y tras el susto y en vista de que el parte para los días siguientes no estaba muy claro Raf decidió que lo más prudente era volver a Aguadulce. No quería arriesgarse a que nos cogiera una levantera al otro lado del Cabo y que hubieran más problemas. En esos momentos me sentí estúpida, aguafiestas. Joder, por mi culpa se había fastidiado la travesía. Esa noche habría luna llena y deseaba pasarla fondeada por alguna de esas maravillosas calas. ¡¡Idiota, más que idiota, y además torpe!! Por quien más lo sentía era por Raf, que él tenía tantas ganas o más de navegar.  Aún así no discutí su decisión, bastante era ser una carga como para encima dar más la lata.

 El regreso fue tranquilo. Fueron horas en las que reflexioné largamente. Ya me habían dicho que no debía arriesgar si no sabía nadar. Recordé cuantas veces me he tirado al agua estando sola sin ni tan siquiera largar un cabito al que aferrarme. No hay que ser muy lumbreras para saber que es peligroso. Pero es que siempre que he salido y he acabado en un baño pudo en mi más la confianza, el decir hace buen día, el creer que por una vez no va a pasar nada. ¡Qué cierto es eso de que la letra con sangre entra! Y por supuesto que entendía los consejos prudentes que siempre me han dado, pero ahora, además  entiendo sobretodo lo estúpida que he sido al no seguirlos. El suceso de horas antes podía haber ocurrido estando sola, como la inmensa mayoría de veces que me he dado un baño, retirarme un poquito del barco, apenas un par de metros y no poder volver.  Y es que la corriente no se ve, puede estar el mar aparentemente en calma y debajo tener una trampa mortal. O puede darme un calambre o qué se yo, mil cosas que me impidan volver. De no haber estado Rafa allí no  quiero ni pensarlo, pues al recordar un escalofrío me da una colleja en la nuca. Pero tampoco habré de olvidarlo nunca más.  

Aún me quedaba la radio instalada dentro del barco, pero eso suponía que cuando quisiera comunicarme con Rafa debía soltar la caña y bajar dentro. Aún así a lo lejos veía a Rafa pendiente del Cachalote, y de cuando en cuando me daba un toque para ver como iba. Me reconfortaba saberle cerca.  La tarde caía y ofrecía una puesta de sol magnífica. Ahora ya puedo decir que he navegado en bastantes sitios, sin embargo, los colores que adquiere el horizonte cuando el sol se pone por el poniente almeriense son únicos. El cielo se tiñe de rojo, y profundos naranjas. Es impresionante las sensaciones que producen esa visión mezclada con el olor a mar y la sensación de la brisa en el rostro. Es como entrar en otra dimensión. Y esa tarde-noche era mucho más especial aún, por proa aún algunas luces que más parecían llamaradas se escondían al otro lado de la bahía, y sobre mi empezaba a alzarse una enorme luna llena, fría, soberbia, majestuosa.  

Esos son momentos en los que una se siente afortunada. La ausencia de ruido, el canto del mar como un suave quejido cuando la proa lo rompe a su paso. Y es entonces cuando eres consciente de que estás viva, que no eres una maquinaria biológica. Que respiras, hueles, que sientes… pero sientes de un modo distinto. Es curioso, pero a pesar de hacer ya más de un año que navegué por vez primera, aún pierdo la noción del tiempo allí, y me refiero al tiempo en su más amplia definición. No es que se pare, ni que las horas dejen de correr, es que el tiempo deja de existir. En tierra siempre haces teniendo presente en que tienes que hacer más, tengo que, debo… me falta tiempo. Estrés, prisas, rabia…. Tiramos el tiempo. Sin embargo fuera, en la mar todo eso no existe. Ya no hay prisas, ni cosas pendientes, solo el presente, sin más. Te embriaga por completo una especie de bienestar, y también de miedo cuando se tuercen las cosas, pero quizá son esas sensaciones  las que me tienen tan enganchada, allí siento cosas que no he sentido jamás en tierra. Y nunca hubo soledad allí fuera, es otro término que parece desaparecer cuando navego, he descubierto que no me asusta estar conmigo misma. Sin embargo, por ambiguo que sea, en tierra, rodeada siempre de tanta gente, incluídas las personas que me quieren me he llegado a sentir tantas veces tan sola… Y es terrible sentirse así. 

Llegamos a puerto ya de noche. Muchas horas aferrada a la caña. Rematamos el día con una copa y una charla en el Angel Guardián. Raf me dijo que estaba alucinado por mi aguante, alimos por la mañana bien temprano y a excepción del ratito de la siesta había estado todo el día aferrada a la caña, comentó que era muy dura y que había comprobado cuanto me gustaba navegar. Sí que estaba cansadilla, pero la verdad, no me hubiera importado seguir. Y pa qué nos vamos a engañar, los comentarios de Raf alimentaron mi ego, a estas alturas no me las voy a dar de modesta. No es que tenga que demostrar nada, con que yo disfrute de lo que me gusta me basta, pero en ocasiones me he sentido algo incomprendida, aunque lo neguemos a mucha gente le cuesta entender que a una chica le gustan esas cosas, que disfrutamos así más que en lugar de ir de tripusoles simplemente. Quizá en otros barcos me relaje, disfrute más en ese plan, pero en el mío gobierno yo, y me gusta hacerlo, y crecer día a día. Y siempre espero y acepto críticas, porque es lo mejor que hay para corregir errores, pero que de cuando en cuando haya una persona que aprecie que estoy en ello y pongo empeño a la vez que lo disfruto, y encima que me encuentre resistente para ello, pues… que queréis que os diga, pa mi es el mejor de los piropos sabiendo que es sincero.

Y bueno… a pesar de que tuvimos que cancelar los planes me fui a la cama (o litera) esperanzada. Raf propuso irnos a Almerimar al día siguiente. Y me dormí contenta de haber conocido a un navegante y amigo como Raf, y soñando con la próxima salida, esta vez rumbo al poniente. Pero eso… lo cuento en el siguiente post

De esperanzas y cintas de colores

Más vale tarde que nunca…. Me apetecía contarlo, porque llevo todo el día sonriendo. 

Ayer mi padre pisó el Kacao de epops, por vez primera. Ya lo había visto desde el pantalán. Pero bueno, eso no es lo raro. Lo raro es que casi lo tengo que sacar de allí a rastras. Es la primera vez que he visto a mi padre de charla relajadita dentro de un barco.  Porque en el mío no lo ha hecho, la verdad. Todo lo más fue ayudarme a poner la nueva moqueta en pleno mes de agosto y al pobre casi le da un jamacuco. Terminamos peleaos cada uno por su lado ese caluroso día

 Pero es que me da que  mi barco es mu  chico pa mi padre, y es que este hombre es muy grande tanto como persona como en hechuras. Pero ahí estaban  anoche, mis dos Miguelitos (epops y mi padre son tocayos) frente a mi, hablando de tomates… Y yo que conozco al papi le vi muy a gustito, y como creo conocer un poquito a Epops le supuse cansaillo, ya que la rodilla le está dando guerra al pobre. Así que tuve que decirle al papi vámonos. En condiciones normales como es culo de mal asiento la marcha hubiera sido propuesta por él… 

Confieso que salí satisfecha. Pero lo mejor no es eso. 

De regreso a casa me comentó que Miguel tenía un buen barco, que traducido significa que le encantó. Y aunque siempre me pone pegas cuando comento que quiero cambiar de eslora, en ese trayecto de vuelta a casa le dio por hablar: qie si claro, es que tu tienes un barquillo, que si el barco de Miguel es un barco de verdad, que si ahí el cabe de pie sin darse cabezazos, que con ese si se podía navegar (el pobre pa ahorrarle disgustos ignora más de una trastada de las mías a bordo del cachalote), que si tiene cocina y cuarto de baño  (¡¡joer papá que yo tengo hornilla y un wc que tu mismito me compraste  en el lidl!) o sea que volviendo a traducir… mi padre salió encantado.  Y pa rematar soltó: y es muy cómodo, tanto que  hasta tu madre se subiría… traduciendo otra vez: ¡joder que este es capaz de ponerse a buscar barcos y me financia el nuevo! ¡Hay que ver lo que quiero a mi padre que creo que aún queda esperanzas para él y quizá algún día lo embarque! 

Y pa qué engañaros, una considera todos estos momentillos como grandes regalos que hace la vida, y  esos regalos son los que mayor valor tienen para mi. Aunque nunca tenga un barco como el de epops, ni tan siquiera parecido, el mero hecho de poder compartir esos momentillos de complicidad con mi gente, de juntar familia y amigos, de compartir sueños e ilusiones ya me compensa. 

Como colofón de la velada, a  veces una se  queda pasmada en como transcurren determinados días. Tanto que una duda en si las cosas ocurren por casualidad o porque hay un momento determinado, esperando ahí para que surja. Y os cuento:  

Al llegar a casa entré en la cochera, buscando un destornillador para desmontar un cacharro, me puse a trastear  y mira que conozco los rincones, pero vi algo que juro no recuerdo haber visto antes allí. Una caja de lata de esas del año catapún. Una lata cuyo contenido llevo buscando años. Resulta que mi padre le tocó la mili en la marina. Tiene ya 57 o 58 tacos, o sea que ya ha jurao bandera y ha cumplido y bien el servicio militar   En aquellos entonces los marineros ociosos forzosos por lo visto se dedicaban a pintar cintas de raso, con frases graciosas haciendo referencia a las guardias y a la marinería, otras con dedicatorias a las madres y novias. Son cintas de colores , unas escritas con rimas, otras con dibujitos marineros…  

Y yo que soy una ñoña sentimental recordaba que mi madre me las enseñó de niña pero no  me dejaba jugar con ellas porque es otra ñoña y quería conservarlas. ¡Y me he tirado años buscándolas! Y ayer, tras salir del barco de epops con mi padre calentillo con el tema náutico… pues las encontré ahí, en esa vieja caja de lata tan colorida como las cintas que contenía. Llegaron a mis manos sin buscarlas 

¡Qué cosas! ¿Será una señal? Cuando veo  por ejemplo a urtzi con su niña  que ya es toda una mujer navegando, o leo algun post de embat contando navegaciones con su niña,  y recuerdo al niño de gerret este verano disfrutando con sus padres en Cabrera, o al de comodoro  (qué guapo) correteando en el barco, y a los de Freeblue tan familiarizados con su nuevo barco y ese entorno…. O salen en la taberna fotos de algunos de vostros con vuestros hijos…  ¡¡Dios!! Se siente una envidia... (sana, claro) Y seguro que a muchos de vosotros os gustaría que vuestros hijos compartieran vuestra aficción. Pues yo, hijos no tengo, pero sí que me encantaría que mi padre compartiera esos ratitos conmigo en la mar ¿Le convenceré algún día a pa que se embarque en alguna travesía conmigo? ¡Quien sabe! Igual lo consigo (creedme que lo intentaré). Me he propuesto que vuelva a hacer guardias en la mar y soy casi tan cabezota como él, así que no pierdo la esperanza.

DE PORT OLIMPIC A ROQUETAS DE MAR

DE PORT OLIMPIC A ROQUETAS DE MAR

Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa
y escondido tras las cañas duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya,
y amontonado en tu arena tengo amor, juegos y penas (...)

A fuerza de desventuras,tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos se acostubraron mis ojos
como el recodo al camino...

Qué le voy a hacer, si yo nací en el Mediterráneo



Este proyecto comenzó a tomar forma para mi este verano. Cierto día, charlando con Roger Rabbit me comentó que pasado el verano tendría que bajar su barco desde Barcelona a Rota y me invitó a formar parte de su tripulación. ¡Menuda oportunidad!. Desde ese día planifiqué mis vacaciones de modo que pudiera tomarme unos días libres en el momento en que tuviéramos que partir. 

Cuando llegó ese momento yo acusaba nuevamente el síndrome de la olla express. Si, volvía a estar hasta el moño de responsabilidades y necesitaba esa escapada. Además, daba la casualidad que el punto de partida era Barcelona, mi tierra de adopción, por la que siento un gran cariño. La salida estaba prevista el miércoles 31, pero yo llegué un día antes por aquello de saludar a antiguos amigos de juventud y como no, para conocer a algunos de los cofrades que por allí paran. 

La bienvenida de estos cofrades fue impresionante. De verdad, todos aquellos que no hayáis pasado por Port Olímpic no dejéis de hacerlo. Con la primera personita que me encontré fue con Itaca, ahí estaba ella,  tan mona, con una sonrisa de oreja a oreja y los brazos abiertos (y el motor en medio del salón de su barco). Con Itaca fue con la que más tiempo pasé en el tiempo que paré por Barcelona, y que tiempo más bien empleado. No te puedes aburrir con esta mujer, además que las dos no nos cansamos de darle a la lengua.  

Al poco llegó Miravent. A Jordi ya lo conocí en Cabrera este verano, y qué queréis que os diga, tenía muchas muchas ganas de volver a verle. Es un tío tranquilo, agradable, no le gustan los chismes, y no sé, que os puedo decir, me encanta Miravent mucho mucho. ¡Ah! Me dio el video de la Kdd de Cabrera, y fue lo primero que hice al llegar a casa, disfrutar recordando a algunos de los amigos que hice esos días. 

Y casi seguido llega Quim. Este “jovencito” es simpático, de sonrisa permanente, divertido. Quim estuvo a puntito de formar parte de la tripu del Alendra Dos, lástima que al final no pudo ser porque ahora que lo conozco creo que habría sido genial contar con el en la travesía.  Comimos los 4, y quedamos para cenar, la pena es que Quim es un chico muy muy responsable, y sus obligaciones caninas le impidieron asistir. Una pena. 

Llegada la noche el grupo de cofrades aumentó. Además de los ya reunidos se unió al grupo Atlántida, Panxut, Sinera y Rik con un amigo. Bueno… Atlántida es una mujer a la que hay que conocer. Me habló de la que tenían liada con la organización. Desde luego, da gusto ver como le ha puesto tantísima ilusión. No es nada fácil organizar un sarao así, y se la veía tan contenta. Además, lo hacía desde la humildad propia de las grandes personas, no se atribuyó todos los méritos, también habló maravillas de Rom. Aunque me haya sido imposible asistir a tan grandiosa kdd, gracias Atlántida, por tu esfuerzo, por el cariño y la fe que le has puesto, por las ganas, por las preocupaciones en que todo saliera bien y por ser como eres. Ahhhh, y gracias por las almendras y por ese collar que hacía juego con mi pulsera, eres muy observadora y detallista. Sobra decir que me queda monísimo de la muel.lte. 

Para encontrar a Panxut casi tenemos que llamar a Paco Lobatón. Ahí estábamos los 3 dando vueltas como tontos teléfonos en mano buscándonos. Nos habría venido bien un gps. Panxut es tal como uno se imagina. Bueno, no, es mejor. Ya tenía buen concepto de él, pero gana en las distancias cortas. Es todo un caballero, con un corazón de oro, se le nota al hablar de sus amigos. A él le debo llegar a mi hotel enterita, pues  corría el riesgo de coger una hipotermia. ¡Coñees que frío hace de noche en Barcelona!. 

La cena fue muy amena. Daba la casualidad que Rik llegaba ese mismo día a Barcelona y se unió al grupo. Y Sinera. Aissss. Esta chica vale mucho. Dejó sus obligaciones familiares abandonadas por un rato para compartir velada, y vino desde el quinto carajo. Sinera es una chica alta, guapisima, con un tipazo y un no sé qué, lo que dije, que tiene ángel. Es muy dulce y generosa. Me prestó el  pañuelo calentito que la abrigaba cuando empecé a tiritar. Quien me mandaría a mi plantarme tan “despechugá”. Gracias. A la hora de regresar como tenía bastantes km nos quedamos preocupadillos. Al poco, poquísimo tiempo, llamó a Itaca para tranquilizarnos diciendo que ya estaba en casa. ¿Yaaa? Jodía con lo tranquilita que parecías ¿Cuánto le pisaste al acelerador? ¿Estás segura de que no eres tractorista? Lo importante es que llegaste bien y que fue todo un placer compartir un ratito con una de las habituales del Chat. 

Al día siguiente me despertó bien temprano el móvil del trabajo. Llevaba 2, uno que tengo restringidas todas las llamadas que huelan a responsabilidades y el otro,destinado a temas laborales. Me pillé un rebote del quince. Eran alrededor de las 7. ¿Qué parte de “estoy de vacaciones” no habían entendido? Sin pensarlo dos veces, quité la sim a ese móvil y la tiré al wc. Fue un gustazo ver como se la tragaba el agua de la cisterna con solo darle a un botoncito. Ale, ya está, ahora sí que estoy de vacaciones. 

Recogí todas mis cosas y me fui en busca del armador del Alendra Dos, que llegaba esa misma mañana. Y con él Luis. A Roger Rabbit ya le conocía personalmente, aunque nunca había navegado con él. Roger es un tipo con el que se puede conversar de todo, es inteligente, y dialogante. En absoluto es una persona cerrada en sus ideas, por mucho que algunos piensen lo contrario. Es un hombre sensato, reflexivo,  que acepta críticas, y escucha otros argumentos, todo ello en un tono distendido. A veces, hay que conocer a las personas personalmente, sentarse a frente a frente con ellas, y echar un ratito. Y este tiene mucho que enseñar desde su experiencia. Además, como patrón demostró ser de los buenos, dispuesto a compartir conocimientos, a que todos sacáramos algún provecho de esta travesía además del placer de navegar. Es meticuloso a la hora de llevar el libro de bitácora, de los que navegan como hay que hacerlo, señalando todo al detalle en dicho cuaderno y en las cartas. He aprendido que en un momento dado, se puede prescindir del gps teniendo cartas, lápiz y compás. Que siempre se ha navegado así, y gracias a él me he puesto a repasar los ejercicios olvidados del PER. Porque sinceramente, no he vuelto a marcar una carta desde que me examiné de patrona y eso es un gran error por mi parte. Los buenos maestros no son tan solo los que muestran el por qué o el como. Los buenos maestros, los mejores,  son aquellos que terminada la lección hace que vuelvas a casa con el firme propósito y muchas ganas de seguir aprendiendo. Juanjo, Roger, es uno de esos, de los buenos de verdad. Gracias. 

Luis, sevillano con arte, se estrenaba con esta travesía. Hizo un curso de vela hace ya un montón. Joder, menudo estreno que tuvo el niño. Y estuvo a la altura, vaya si lo estuvo. Me da que este chico tiene ya la mar metida en vena. Además es un chico cariñoso, siempre con una sonrisa en los labios, con una mirada dulce, con una palabra cariñosa, con un fondo, con un interior que no tiene fondo. Provoca ternura Luis. Javi, en una ocasión me preguntó ¿por qué le llamas el niño si es mayor que tú? Pues fíjate que a mi se me antojaba que era nuestro niño, que había que mimarlo. Luis, espero volver a coincidir contigo bien pronto. 

En fin, allí estaban, liados poniendo un nuevo piloto automático. El barco tenía una pinta magnífica, y estaba muy muy bien equipado. Lo que más me llamó la atención nada más subir fue la amplitud de su bañera. Parecía superior a la de un 34 pies. Como soy bastante inútil con esto de la electrónica y otros arreglos, tuve la sensación de ser un estorbo, estaban con todo por medio, no desordenado, pero tras preguntarles si podía ayudarles o hacer algo y viendo que en ese momento no podía ser útil, opté por ir en busca de mi dosis de cafeína.  

¡Y qué casualidad! Nada más llegar a la cafetería me encuentro con Piratacojo, otro de los miembros de la tripulación. A Javi ya le conozco, y he navegado con él. Ciertamente cumple el perfil de buen tripulante. Sirve pa tó. Igual ameniza los ratos tontos con un sinfín de chistes, que prepara unos cafés estupendos que hace arreglitos de todo tipo. Y jamás tiene un mal gesto, su talante a bordo es ejemplar, siempre de buen humor, amable, y dispuesto a lo que haga falta. Un lujo, vamos. 

La instalación del piloto se alargó más de lo previsto, hicimos una parada para comer: Atlántida, Itaca, Roger, Luis, Pirata y yo. Tras la sobremesa nos repartimos las tareas. Juanjo y Luis seguirían con el piloto, Javi se iría con Itaca a comprar cartas de la zona. Itaca y yo nos iríamos al Alcampo de compras. ¡Puffff! Tenía que comprar las provisiones para la travesía. Estaba acojonada. ¿Y si me pasaba? O peor ¿y si me quedaba corta. Porque claro, yo sé lo que compro pa mi barco, pero para una travesía de varios días, con 3 personas más pues dudaba si atinaría con las cantidades.

Para mi hay dos cosas indispensables que llevar a bordo: café y sobres de sopinstant, esto último sobretodo si hace frío. Puesto que ninguno éramos muy diestros con la cocina, optamos por evitar berenjenales en los fogones. Puesto que sería 4 o 5 días y que pararíamos de cuando en cuando en algún puerto pues se decidió de tirar de embutidos.  Y así se hizo: se compraron embutidos ya cortados en rodajas envasados en blisters. Además de un surtido de patés. También compré ensaladas de esas que vienen envasadas ya cortadas y lavadas. Solo hay que servir y aliñar.  

Mi experiencia en este tipo de compras es limitada, pero apliqué en mi elección lo que sabía que a la gente le ha gustado cuando ha  estado en mi barco: Compré una tarrina de sobrasada. He comprobado en las travesías con el cachalote que a todo el mundo le resulta apetecible una tostada bien untada con sobrasada. Las tortillas de patata ya hechas y envasadas al vacío también son muy prácticas. Solo hay que calentarlas en la sartén (en el caso de que no tengas horno) vuelta y vuelta. Recomiendo las que tienen cebolla, pues son más jugosas que las otras. Las patatas fritas, aparte de las tradicionales, pues compré de esas al plato, que son las finitas. Vamos, las patatas pajas de toda la vida. He comprobado que no se reblandean tanto como las otras una vez abierta la bolsa. 

En el tema de la leche pues… a mi no me gusta demasiado la leche condensada, demasiado dulzón queda el café. Pero como no era solo mi gusto pues compré un bote de condensada y otro de leche en polvo. Lo práctico de la leche en polvo es que no corres el riesgo de que se eche a perder por las altas temperaturas, y su fecha de caducidad es muy amplia, así que es una buena solución para los que nos gusta la leche. Para evitar poner cafetera compré un bote de Nescafé, y además para los que no les gusta la cafeína compré cola-cao en sobres. También este tipo de envase es práctico, a mi modo de ver. Las galletas príncipe triunfaron, así como los sobaos. Los sobaos siempre los compro de esos que dentro del paquete vienen envasados individualmente, para que no se pongan duros. Lo que me extrañó, es que nadie le metió mano a las Oreo. El chocolate… negro, por supuesto, y una de blanco para el niño. Y comohabia que mimar al niño y quería chuches pues una de gominolas, un pecado con el que empiezas y no paras hasta terminarlas. ¡¡Dios!! Después de esto me espera una larga condena de Biomanán. 

He aprendido algo que ignoraba, el pan de molde aguanta más si es integral. También compré mini-tostas de esas que vienen envasadas en paquetitos de 5 o 6. Al estar así, no se ponen pochas. Un error: compré un par de botellitas de Ron y Bombay, pero no contaba con que la tripu era algo abstemia. En fin, este es el resumen de mi 1ª  responsabilidad, creo que no salió tan mal. Yo como siempre agradecí esa crema de champiñones o ese consomé de sopinstant bien calentito durante las guardias nocturnas. Revive hasta a los muertos. 

Bueno, y ya echo el borrador sobre mi tesis para no morir de inaninación en el barco, continuo. ¿No queríais detalles? Pues ahora a joderse y a tragar ladrillo. Al final, entre las compras, el piloto y demás nos dieron las tantas, así que decidimos pasar la noche en Port Olimpia y zarpar a la mañana siguiente. Algo que me gusta de Roger, la libertad que da. Me encargué de estibar las cosas. Ellos seguían liados en otros menesteres y odio estar cruzada de brazos. Me dijo que lo hiciera según mi criterio, cosa que me agobia, porque no es mi barco ni conocía las preferencias del armador. Pero bueno, al menos era util, estaba ocupada en algo. 

Rik se encargó de asesorar muy bien a Roger, e Itaca también aportó mucho. Al final Itaca, la rubia mas salá de la taberna nos acompañó en la cena y mostró su hogar a la tripu del Alendra Dos. Todo un honor que nos abrieras tus puertas. 

El reparto de camarotes lo decidió Roger. Decidió, que sobretodo en las guardias, él dormiría en una litera del salón. Yo iría a proa, y Pirata y luis en el camarote de popa. Le comenté que podíamos turnarnos en proa y salón, por lo menos que durmiera allí los días que estábamos en puerto, que estaría más cómodo, pero su parte maña se muestra muy cabezota cuando decide algo. Días antes le pedí que me tratara como a uno más, sin consideraciones especiales por ser la única chica a bordo. Así que entendí que su decisión era porque el se encontraba mejor allí, al menos con la tranquilidad de poder controlarlo todo. El reparto estaba hecho ya y donde manda patrón no manda marinera. 

La mañana de la partida fui la primera en despertar. Supongo que es la costumbre de madrugar. Allí estaba yo, en el camarote de proa encerrada, intentando no hacer ruido pa no despertar al personal. Pero necesitaba un café. Y me estaba haciendo pis. Joer, salir supondría despertar al personal, pero por otro lado el camarote se me antojaba cada vez más y más pequeño. Me vestí, tratando de no hacer mucho ruido, salí por la escotilla, di un paseo por cubierta. Otro por el pantalán. ¡Joer mi vejiga iba a estallar! Y como fumadora empedernida tenia una necesidad imperiosa de cepillarme los dientes. Así que entré de nuevo por el agujero, saqué mi cepillo de dientes, un pequeño neceser que eché al bolsillo de la chaqueta y fui en busca de café y un aseo.  

Al cabo de un buen rato aparecieron mis compañeros. Yo ya estaba plácidamente dando cuenta del 2º café y el cigarrito correspondiente, disfrutando de la tranquila mañana con vistas al puerto. Por lo visto, mis compis, muy prudentes se tiraron un cuarto de hora llamando a la puerta de mi camarote. Por lo que me contaron ya dudaban si me había pasado algo ¡¡Desde luego!! Joer pues haber abierto la puerta antes panolis. Si es queee. Me hizo mucha gracia. 

Tras un generoso desayuno, partimos finalmente rumbo al sur. La mañana era espléndida, reinaba el buen humor, y las ganas de navegar. Lo pesado: la puñetera mar de fondo y el escaso por no decir inapreciable viento. La verdad es que es un poco coñazo ese meneo. Aún así, mi sensación era de plenitud, ahí estaba yo, de nuevo en el mar, con un buen puñado de millas por delante y una compañía excelente. La travesía prometía. 

Nada más salir bajé no recuerdo a qué y descubrí agua en el suelo. ¡La sentina estaba a tope! No, si ya decía yo que era raro que me subiera a un barco y no pasara nada. A medida que achicábamos se volvía a llenar. Por lo visto llenamos los depositos demasiado, y ya había agua de los anteriores tripulantes. Cometimos el error también de no revisar la sentina antes de partir, y ya estaba algo llena. Y… bueno, tras un rato achicando el problema quedó resuelto. Por mi parte secaba el suelo a medida que se mojaba por aquello de evitar resbalones, como ya os he comentado, había mar de fondo y eso se meneaba bastante. Esa es otra, tengo la fortuna de no marearme, o al menos aún no he pasado por ello. Puedo estar dentro de una batidora haciendo cualquier cosa y no sentirme mal.

Otra incidencia: hubo algún error a la hora de instalar el piloto, por lo que tuvimos que prescindir de él durante el viaje. Sin embargo no hubo problemas para alternarnos a la caña. Todos nos ofrecíamos a relevar al compañero sin establecer turnos para ello durante el día.

No teníamos muy claro lo del tiempo, constantemente estábamos pendientes de los partes. La duda que teníamos sobretodo era la zona del Delta del Ebro. Por lo visto no pintaba bien por allí, y Roger tenía dudas pues pasar el Delta de noche, en malas condiciones y con tripu poco experimentada no era nada prudente. Aquí, no puedo dejar sin nombrar a mi Miguelito, conocido en la taberna como maese Epops. Le llamé para que le echara un vistazo al parte. El casi bi-abuelo dejó sus labores de jardinería para mantenernos informados. Y día a día nos hizo de meteorólogo. Bueno, ya es sabido el enorme cariño que le tengo a este hombre, además de cofrade es mi amigo, de esos de los buenos, con los que puedes desahogarte contando las cosas buenas y malas de la vida. Porque Miguel es de esos extraños seres que te preguntan como estás y esperan a oir la respuesta (esta frase no es mía). Y es que se hace querer Miguelito Me encanta cuando viene a su barco. Como sea busco tiempo de donde no lo hay para echar un ratito con él. Me gusta escuchar los retazos de su vida, y él me escucha a mi. Y es que Miguel es un gran tipo. Vaaaale, vaaale, ya me callo, que no es peloteo, solo cariño del bueno. Por cierto, enhorabuena Miguel por el nacimiento de esa nieta. 

Finalmente, y como las dudas persistían y Roger es muy prudente, hicimos noche en Torrembarra. Antes de llegar al puerto llamamos por radio. Al principio el marinero nos respondía en catalán a pesar de dirigirnos a él en castellano. Posteriormente no obtuvimos respuesta alguna. No pasaba nada, pues tanto Roger como yo lo entendíamos, pero digo yo que por educación podría haber pensado ese chico que quizá no le entenderíamos. Imaginaos que es un portugués, o un francés el que llama. Si no tiene muchos conocimientos de español, ¿Cómo ponérselo más difícil con el catalán? No pretendo polemizar, pero creo que un asunto de lógica. De todos modos tuvimos la suerte de que una embarcación que pescaba por la zona hizo de intermediario entre nosotros y el puerto, un señor muy amable. 

 Atracamos en la gasolinera. Repostaríamos a partir de las 9 de la mañana, hora en la que abrían. Eso sí, agradecí y mucho una duchita caliente. El marinero, que por su actitud anterior no me simpatizó en un primer momento mejoró en distancias cortas. Nos recomendó varios lugares donde comer, y ¡en castellano!. Fue agradable, la verdad. Cenamos si no recuerdo mal en el Capricho. Y la verdad que cenamos muy muy bien.

El puerto…¡¡una gozada!! No he visto nunca un puerto tan tranquilo. No había apenas un cristiano por allí, reinaba el silencio. Nada de luces de colorines ni el machacón chumba chumba de sonido de fondo. La verdad es que da gusto poder cerrar los ojos y no oir jaleos, ni música hortera ni preocuparte de si el borracho de turno se dedicará a lanzar botellas tratando de hacer diana en la cubierta. Javi comentó que el barco de TBO estaba en ese puerto, pero al no tener modo de ponernos en contacto con el perdimos la oportunidad de conocer a otro de los habituales de la taberna. Otra vez será.

Partimos a la mañana siguiente, en cuanto llegó la hora para poder repostar y tras un rápido café. El tiempo parecía que iba a acompañar, así que la idea era de dar un buen tirón. Y así fue. Los días son muy cortos, y se nota una burrada el cambio de temperatura en cuanto el sol se esconde.  La primera tarde del día de la partida, Roger nos reunió para que todos opináramos sobre las guardias. Es algo muy positivo para la tripulación (desde mi punto de vista) que el patrón tenga en cuenta todas las opiniones.  El tema era claro: Éramos 4, las noches eran muy frías y el tiempo tranquilo. De los 4, Roger y Pirata tenían muchas millas a su espalda, yo unas poquitas y Luis era completamente novato. En definitiva: 2 con experiencia y 2 sin ella. Así que nos repartimos por un lado Roger y Luis, y por otro Pirata y yo. Se estipuló como horario de guardia desde las 11 hasta las 7 de la mañana, con duración de dos horas por turno.

¿Por qué dos horas? Muchos fueron los factores que influyeron. Por una parte poca experiencia por parte de la tripu. Obviamente, por otro lado serían pocos días y relativamente cerca de la costa, además de que las condiciones de la mar eran buenas. Así que dos horas serían buenas para prestar atención en las guardias y suficientes para llegada la hora de descanso darnos tiempo a entrar en calor y dar una cabezada. He descubierto que soporto muy mal el frío. Es algo que me cala poco a poco, me bloquea, y no solo físicamente. Una vez que me enfrío me cuesta moverme, reaccionar, casi pensar. Y me da sueño. Para la próxima sé que en lugar de tanto trapo superpuesto tiraré de ropa interior de alta montaña, es lo mejor del mundo. Mis hermanos han sido escaladores ambos, y a pesar de enfrentarse a duras condiciones llevaban escasa ropa. Eso sí, los calzones de pata larga y las camisetas interiores de esas térmicas es lo más efectivo por lo que me han contado.  Eché de menos el peto que usaba mi hermano para hacer snow en Sierra Nevada, el cual está desterrado en el fondo de algún armario precisamente porque daba mucho calor. 

 Otra de las cosas que llevé y al final resultó muy práctica fue una de esas mantitas polares pequeñas. Pa taparme las piernas como las abuelas. En mi barco siempre hay de estas, es agradable arroparse con ellas en la bañera o echar una siestecita sin necesidad de tirar del saco de dormir. Al final se quedó permanentemente en la bañera y la disfrutamos y agradecimos todos. Esas mantas las encuentras en todos lados con su funda-saco a juego y por un precio medio escandalosamente barato: entre 3 y 9 €. Yo suelo comprarlas en Casa o Natura. 

A Javi le sale el café mucho mejor que a mi. Por mi parte, intentaba que el interior no anduviera muy desordenado. Sí que me fijé que Roger es extremadamente ordenado y eso es algo que agrada y se agradece. Puesto que dormía en el salón, al levantarse volvía a colocarlo todo en su sitio. A mi me sucedía algo igual, no me gustaba llegar a proa y encontrarme el saco y ropa por medio, así que por las mañanas lo volvía a guardar hasta la noche siguiente.

Fregué los escasos cacharros que usamos, recogía basura y hasta pasé la escoba. Quería sentirme útil. No sé, bueno, sí sé. Sé que no tengo mucha experiencia, ni muchos conocimientos y cuando se liaban a trajinar con el piloto pues poco podía hacer. Pero sí podía calentar una tortilla (claro, que Pirata antes me tuvo que explicar donde estaba la llave del gas y como se encendía la hornilla), y podía preparar las ensaladas y en general las comidas. Así que yo misma decidí encargarme un poquito de la intendencia. Lo cual no quiere decir que crea que esa es la obligación de las mujeres si las hay a bordo. No caballeretes. Dentro de unos años, a medida que mis conocimientos y mi experiencia vayan a más pues querré ser útil en otras cosas, Y cuando toque intendencia pues será por eso, porque toca. Pero en esos momentos pa poco más daba. Eso sí, he de decir que apenas había que hacer, pues todos mis compañeros eran organizados, y en ningún momento el patrón tuvo que darnos órdenes de haz esto o lo otro. Creo que todos cumplimos nuestro papel bien. 

Los días con sus noches transcurrieron muy tranquilos. La verdad es que pa lo que yo hablo estuve bastante calladita. Y es que una habla muuucho. Pero necesitaba esa tranquilidad. Hubieron ratos de charlas. Ratos de lecturas. Ratos de reflexiones. Nuevamente observé al patrón, creo que él más que nadie estaba reflexivo. Me pregunté en varias ocasiones si estaría contento, a gusto. Si se estaría aburriendo con nosotros. Si echaría mucho de menos a sus niños, en especial al más peque. También me preguntaba que pasaría por la cabeza del niño, de Luis, en su rostro había serenidad. Deseé que experimentara las sensaciones que todos hemos vivido al engancharnos la mar. Deseé que ésta le atrapara también a él, que le robara un poquito del corazón para que así pudiera seguir navegando. Y Javi… ¿Cómo estaría su barco? Pirata ya había empezado a dar forma al sueño que durante tanto tiempo ha acariciado. Me pregunté donde iría una vez echara al agua a su barco.

Y claro, pensé en los míos. Mis padres, los mejores del mundo. Desde el accidente de mi hermano sus vidas han cambiado, han envejecido de golpe. Antes salían todos los fines de semana ¡mira que les gusta el bailoteo y la juerga!. Sin embargo, desde aquel fatídico día de enero han sido contadas las salidas. Ya no tienen ganas. Y luego mis hermanos. El chico dando pasitos, esforzándose mucho. Su disciplina, su fuerza de voluntad son increíbles. Y el mayor. Aisss, creo que es el más feliz de todos. Espera un hijo, su primer hijo, nunca le he visto tan ilusionado. Le veo pleno, tiene todo lo que puede desear. Lo que no entiendo es por qué van a llamar Mario a mi sobrino. ¿Mario? ¡¡Yo quería que fuera Miguel!!, como él, como mi padre, mi abuelo…Bueno, habrá que consolarse, al menos las tres primeras letras del nombre del que está por llegar suenan premonitorias. Ojalá nos salga pirata, como su tita. 

El sábado debíamos parar a repostar. Y lo hicimos en Moraira. ¿Qué decir? A todos nos encantó. Empezando por la belleza de ese lugar, y la amabilidad de sus marineros. Y como no, nuestra Alejandra, esa rubia con uno de los corazones más grandes que he conocido. ¡Qué ganas tenía de darte un abrazo! Cuando te llamé y nos dijiste que acabas de salir a la mar sentí un pellizquito de pena. Pero al saber que regresaste bien pronto pues ¡qué alegría!. Vales mucho, ya lo sabes, así que no cambies nunca ni dejes de sentir como sientes. Estás llena de vida guapa. Nos presentaste a tus niños, y Carlos. Y tu amiga (aisss mala memoria la mía pa los nombres) Tu barco…. Una maravilla. Has de hacerle muchas millas a éste. Seguiré esperando que pongas rumbo al Sur y te vea pronto en mi puesto. 

Tras comer y tomar café con Freeblue en ese precioso lugar volvimos a zarpar. Siguiente destino: Cabo de Gata, El Cabo, mi Cabo. Partimos con un buen sabor de boca. Es muy grande eso de ir de puerto en puerto y abrazar a amigos. Y más si es en lugares tan maravillosos como lo es Moraira. Prometo volver. Según caía la tarde el frío aumentaba. ¡Detesto el frío! La 2ª noche de guardia fue en uno de los turnos, especialmente dura para mi. Me dolía bastante el codo y las cervicales. Nada grave, un par de pinzamientos y el típico  y puñetero codo de tenista, y hubo un momento en ese turno que el dolor, el frío y el cansancio hacían mella. Me costaba mantenerme al timón. Pero tampoco quería quejarme por miedo a alarmar al personal.  En esos momentos deseé estar abajo, calentita. Javi preparó una de esas cremas de champiñones bien caliente. Sientan como Dios. Acepté con agrado que él se encargara de la rueda, me acurruqué en un rincón de la bañera porque el dolor no menguaba. ¡Dios! Cuanto agradecí ver subir al otro turno llegada  pa poder echarme un rato. Me tomé un analgésico y caí enseguida. Afortunadamente hizo efecto y desperté mucho mejor. Luego, al día siguiente, sopesé que de haber ido sola en el turno, probablemente tendría que haber pedido un relevo, pues no me encontraba nada bien. Y claro, heroicidades las justas, tengo claro que sería peligroso haber estado en esas condiciones a cargo del barco.

Esa mañana, una vez todos en pie eché una buena cabezada en la bañera, con los primeros rayitos de sol. Luis, muy galante se encargó de arroparme con su chaquetón. ¡Que gustazo dormir así, al solecito! Ya en aguas de Almería sentí ese cosquilleo de emoción al ver una costa familiar. Cabo de Gata es impresionante. Es un lugar que no por ser mi tierra, sino por la belleza salvaje que emana me tiene cautivada. La tarde dejaba escapar sus últimos rayos de sol pasando frente a Mesa Roldán. Las puestas en el Cabo son grandiosas. Sus colores, el relieve de la costa delante de una impresionante paleta de intensos rojos y naranjas.

Y ahí estaba yo, deseosa de hacerme con el timón para pasar nuevamente mi Cabo. Tan confiada como siempre. ¡Joder! La sonda pasó de golpe de 30 y tantos metros a 7-8. Avisé a Juanjo. Mira que he pasado veces,  por allí, pero claro, ¿pa que coño iba a estudiar las cartas de la zona? Claro, he pasado en varios barcos, algunos con más calado que el Alendra,  y muchísmo más cerca de la costa cuando el tiempo lo ha permitido, y no me había dado cuenta de que la sonda marcaba tan poco. Aunque esa es otra, solo la miraba de cuando en cuando. Ya en los día posteriores averigüé que era la lasca del arrecife de las Sirenas la causante de tan poco fondo. Nuevamente la mar me enseñaba que el exceso de confianza es una estupidez. Ahora mismo una de las cosas urgentes que necesita mi barco son cartas oficiales. Iré comprándolas poco a poco, empezando por las zonas que suelo navegar. Y de aquí en adelante me encargaré de darles buen uso estudiándolas antes durante y después de las travesías, por cortas que sean. 

Bueno, según avanzábamos millas, se decidió que el final de la 1ª etapa sería Almería, el domingo. El destino final era Rota, pero por las diversas obligaciones laborales y familiares de la tripulación no pudo hacerse completa. ¿El puerto? Pues a ser posible uno de la Eppa. Y aquí toca hacer mención especial a Pámpano. Bueno, llamé a Pámpano porque es un hombre generoso, siempre dispuesto a ayudar, al que, como a Epops le tengo gran cariño. Estaba previsto llegar la tarde noche del domingo, y había que ver como podían volver mis compañeros a casa y dado que era festivo y llegaríamos de noche dejar zanjado con antelación el tema del amarre. Pampano se encargó de la gestión. ¡No imagina lo bien que nos vino! Fue una suerte contar con él.

Pampáno tenía antes su barco frente al mío, en Aguadulce. Desde que se marchó a Roquetas no he vuelto a ver al Sureño, un gran barco en manos de un habilidoso armador. Está haciendo maravillas con él. Atracamos junto a él. Al llegar a Roquetas, ya de noche, efectivamente no había nadie en el puerto excepto el guarda de seguridad que ya estaba avisado. Por cierto, un hombre muy muy agradable. Me dio mucha alegría volver a ver al Gran Sureño. Es una sensación entrañable, tras tantas millas, volver a ver barcos que conoces, costas que conoces, la sensación de estar en casa. Pero la travesía ya había terminado. Me quedé con ganas de pasar el estrecho.  

La nota amarga de la travesía fue no poder ver a Josep. Me debe una hojita de un calendario. Pero… eso son cosas mías y no vienen a cuento. ¿Qué quien es Josep? Bueno, no lo conocéis. Y la verdad, soy muy egoísta y no pienso compartirlo con vosotros. Dudo muchas veces que yo lo conozca. Josep es un marino de los auténticos. No, no es cofrade de la taberna (que yo sepa). Pero es mi amigo. Si a alguien le debo más que a mi misma haber realizado un sueño es a él. Fue el mayor culpable de que hoy tenga el PER, y un barco, y navegue. Porque sí, siempre he tenido la mar en vena, pero a veces es necesario tener ahí a alguien, que te lleve de la mano o que te de patadas en el culo si es necesario para seguir adelante. El destino no quiso que coincidiéramos. Quien sabe, la mar es muy grande y a la vez muy chica. Y si el destino lo puso en mi camino estoy segura que volverá a cruzarnos 

Aunque, bien mirado, ¿de qué me quejo? Ya puedo decir que he recorrido buena parte de la costa española. Ya llevo unas cuantas millas más a mis espaldas. Y el grato recuerdo de todos los amigos encontrados durante mi viaje, la sensación de que la mar, aunque inmensa, es muy chica para los que navegamos en ella, pues día a día, en cada puerto, haces nuevos amigos. Algunos de ellos con los que he coincidido siempre en la mar, pero en distintos lugares. Amigos con los que pienso volver a encontrarme nuevamente en los puertos o en la mar. Amigos que siempre llevaré en el corazon 

Eso

¡Nos han jodio! ¡Se han creido que lo veo todo color de rosa! Como si yo me lo tomara todo a coña com osi no sintiera

 

CABRONES

 

No es así. Pienso más de lo que muchos imaginan. Si no fuera de ese modo ahora no estaría así

 

Pero me da iguak, de verdad, que os den

Rumbo al Cabo

Rumbo al Cabo

Mañana cruzo el Cabo sola por primera vez. Y estoy muerta de miedo, la verdad.

 Bueno, casi sola. Raf navegará cerca de mi a bordo de su  Ángel Guardián. Pero aún así no puedo evitar sentir miedo, yo he de gobernar mi barco.

Llevo meses sin sacar al Cachalote, la última vez que navegué fue a bordo del Neshotah en junio, y fui casi toda la travesía durmiendo y de tripusol. Además tengo mala suerte, me vienen de canto una detrás de otra. Hoy sin ir más lejos me ha reventado un bote de pintura color magenta dentro de mi barco recién pintado de blanco. He puesto todo perdido, la nueva moqueta de vinilo, las paredes, la nevera, la falda vaquera y la camiseta que llevaba, hasta las sandalias blancas que tanto me gustaban.... y lo peor: mi mayor recién arreglada y sin estrenar. Un desastre, de verdad, lo he echado todo a perder. Y he llorao de rabia. Y he llamado a Rafa, diciéndole que no saldría a navegar. Lo he visto todo sucio, perdido de pintura. Y a Rafa le ha faltado tiempo para venir a ayudarme a enmendar en la medida de lo posible el desastre sin remedio.

 Joder, Raf me está sorprendiendo. Lo veía hasta hace unos días como un guapísimo chico algo pijillo que iba a su rollo, majete pero algo distante. Esta semana hemos coincidido algo más y ¡¡joder qué sorpresa!! ¡¡qué tío más majo!! es un encanto de verdad, me sorprende día a día. Tiene idéntica risa a la de mi hermano mayor y no sé, transmite buen rollo, es difícil explicar las sensaciones que producen las personas, pero este las da muy muy buenas. Y por esa misma razón le he avisado. Apenas navego, nunca he fondeado, ni siquiera he puesto un solo rizo a la  mayor y llevamos una semana en la que el temporal de levante no ha dado tregua ni un solo día. La travesía que emprenderemos en conserva mañana para mi es todo un reto. Confío en él, no porque sea buen conocedor del Cabo, sino porque estos días me ha demostrado que puedo hacerlo, es una intuición.

Pero aún así sigo teniendo mucho miedo. Y sigo estando cansada y triste. Y sigo sin navegar. Y por eso mañana suelto amarras y que sea lo que dios quiera, Murphy dará la lata ya sea por mar o por tierra, y yo necesito salir a la mar, darme un respiro. Al menos saldré con un Ángel Guardián, precioso nombre para un barco y muy tranquilizador en estos momentos para mi. Ojalá, aunque sólo sea por esta vez, salga todo bien.

Por cierto, mañana hay luna llena. Siempre desde niña, me ha encantado mirar la luna. mañana espero hacerlo a bordo de mi barco, fondeada en una de las muchas y maravillosas calas salvajes del Cabo de gata.

Ahora

Triste, muy triste.

 

Y cansada....