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Carena

La tripulación

La tripulación

Cuando navegas, no navegas solo  por el mar, sino también por las almas de tus compañeros de travesía. Es una mezcla extraña de emociones, no siempre pasa, pero si te sientes a gusto, hay una especie de fusión invisible, algo que se liga en cierto modo para siempre. Al menos así me ocurre a mi, de algunos de los navegantes con los que he salido me quedo con algo desconocido, que me marca de algún modo, que me hace sentir una especie de solidaridad y camaradería eterna. Y el deseo de, en tiempos futuros cruzármelos de nuevo en la mar.

 

 

Algo así me ha sucedido con la tripulación del Bahía las Islas.  Murphy es un cabrón, pero también tiene quien le lleva la contra. Pasaba unos días bastante malos cuando de golpe, un golpe de fortuna, lo dejé todo para ir a navegar. ¿Por qué hice esa locura? En cierto modo huía de un infierno, una pesadilla que poco a poco voy dejando atrás. Y aunque ya no había peligro seguía asustada. Al subir al Bahía tuve la sensación de que esa tripulación era especial, parecían uno solo, en especial Joakin y Angel. Quizá  sea la complicidad de los que llevan juntos ya muchas millas a la espalda. Intuí que tenía mucho que aprender de ellos. Y vi una oportunidad de escapar, no quería volver a casa, a mi entorno. No quería caminar mirando atrás, ni quería soñar más pesadillas, quería olvidarme de todo aunque solo fuera durante  unos días.

 

 

La verdad es que no les conocía en absoluto, a pesar de que con Angel he compartido Taberna desde hace años. Aunque parezca echá palante siempre ando a la defensiva, resultado quizá de haber sufrido algunas calamidades. Y me pongo nerviosa. Al principio, el nerviosismo, el recelo y el corte de embarcar con desconocidos me hacía gastar bromas tontas, probablemente pesadas, repetitivas, lo sé. Pero aunque me metía mucho con ellos era de cachondeo,¡Claro! También es que quizá el sentido del humor andaluz sea un poquillo más exagerao y resulte algo pesado si machacas mucho. Me dio por bromear con la edad de la tripu. La verdad es que ojalá cuando les alcance esté la mitad de bien que ellos, pues tienen un espíritu joven y, pa qué nos vamos a engañar una magnífica forma física.

 

 

Aún así, me sentí cómoda entre ellos, muy cómoda. Sabéis, a mi se me nota enseguida cuando alguien me desagrada, me convierto en una borde estúpida y soy muy arisca. Y justo todo lo contrario cuando me siento bien, pero bien de verdad. Soy muy sobona, pero solo si me sale. Con ellos me salió. Luego pensé, joder, quizá se crean que soy una salida o busco algo más, aunque la verdad, como este no era el caso, me importaba poco lo que pudieran interpretar, ese sería su problema, no el mío. Y es que lo mismo le plantaba a uno un besazo en la mejilla sin venir a cuento que a otro un abrazote. ¡Y mira que eso es raro en mi si no tengo confianza! ¡Pero es que era lo que me provocaban! ¡Me sentía tan agradecida!

 

 

Joakin es un tío que transmite mucha paz, y a la vez mucha fuerza. Y aunque muy tranquilo no sé porque me da que tiene mucho carácter. Además,  es de esos con los que uno se siente a salvo, o quizá, tras los días pasados antes de embarcar su serenidad  y algún abrazo me hizo sentirme así. Era así, por primera vez en mucho tiempo me sentí fuera de peligro. Con él fue con el que más hablé. Lo tiene claro, antes o después soltará amarras. Quiero creer que en el futuro nuestros barcos se encontrarán y recordaremos cuando ansiábamos echarnos a la mar.

 

 

De Enrique me asombró lo que a todos cuando saben su edad, ¡¡ha pasado los 70!! Imposible, no lo creeriais. Diriais 20 años menos, y aún le echariais de más. Era la dulzura del barco, todo un personaje cantarín, siempre con una sonrisa lista para regalar, y aunque se le dispensaba de las guardias nocturnas pues sus reflejos no son los de antes, siempre está dispuesto a ayudar, ordena, está pendiente de Rufino… ¡Ay, Rufino! El perro más marinero que he visto jamás. Con la rasca que pillamos y ahí estaba el pequeño can, empeñado en quedarse en la bañera, tiritando, recibiendo rociones ¡pero es que no quería bajar ponerse a resguardo!

 

 

Y Angel. A decir verdad, antes de conocerle tenía una opiniones de él contrapuestas. No sabía qué pensar. Vale, no se puede juzgar a alguien que no conoces, pero siempre, sin quererlo, cuando compartes un entorno durante tanto tiempo, te formas un concepto (o un boceto) de alguien. Pero este era un hombre al que era imposible catalogar. Por un lado le veía siempre una seguridad rozando lo chulesco, por otro pensaba que esa chulería no era tal, sino una actitud propia del que se desenvuelve en muchos mares, y no me refiero solo a los líquidos, sino a la vida en general, un hombre de mundo. No sé, algo no me cuadraba.

 

 

Pero, lo mejor es conocer a las personas, sentarse con ellos y escuchar. Es obvio que Angel no es un hombre al uso, o al menos no como la mayoría de los que conozco. Lo tiene muy claro en la vida, no era chulería, no, es que sabe lo que quiere, y sobretodo tiene claro lo que no quiere. Y vive de acuerdo con sus ideas. Creo que es difícil ser comprendido cuando se tienen las ideas tan fijadas, a mucha gente le da miedo las personas tan francas, tan directas, pero al menos creo haberle entendido perfectamente. En muchas cosas me he sentido identificada con él, y hay muchas cosas que tenemos en común. Me ha gustado conocerle, ha sido como abrir un regalo inesperado, que por más que agites el paquete no adivinas el contenido y al abrirlo, bajo el envoltorio encuentras una sorpresa fabulosa. Ojalá hubiera más gente así. He conocido a un amigo sincero, intuitivo, generoso, paciente, y muy muy cariñoso. Alguien que sabe escuchar y sabio a la hora de dar buenos consejos. La verdad, no lo esperaba.

 

 

Embarqué con ellos, además de por tomarme un respiro  por la oportunidad de navegar con alguien con mucha experiencia en la mar, y en general, estos 3 hombres, me han demostrado que son buenos marinos, tanto en la mar como en la vida.

 

 

La vuelta a casa la hice con una sonrisa en los labios, con el alma llena de agradecimiento y con un pellizquito por no haber podido aprender un poco más de ellos. Pero el mar, la mar es solo una, aunque tenga muchos rincones, y sé que nos volveremos a encontrar algún día.  Mientras, trataré de seguir el rumbo que me he marcado y que cada día tengo más claro del que no me pienso desviar, por muchos temporales que me acechen.

Roquetas-Motril : 45 nudos de placer

Roquetas-Motril : 45 nudos de placer

El Bahía de las Islas, un magnífico Hanse 411 tenía previsto hacer escala en Roquetas por un día. En su día Kaia, su armador me ofreció la posibilidad de hacer alguna etapa con ellos. La verdad es que fue un honor, pero por mi esclavitud laboral pronto  lo descarté.

 

Eso sí, no iba a dejar pasar la oportunidad de conocerles y ejercer un poco de anfitriona en mis aguas, así que pregunté a conocidos de kaia qué tipo de vino le gustaba para quedar bien. Puesto que nadie supo orientarme me fui a la bodega La Marca, especialista en buenos vinos y delicatessens (para mi es el mejor lugar para comprar de Almería). Me decidí por un vino que a mi me gusta especialmente, un Protos reserva (no recuerdo si del 2001 o 2002). Para que la travesía se les hiciera más gustosa, compré un surtido de embutidos de Gergal, de buena y merecida fama y alguna cosilla más. Lo bueno de este local es que envasan al vacío los embutidos, garantizando así su mejor conservación.

 

Me escapé del trabajo el miércoles a media tarde, con mi lote-regalo. Y allí los encontré en buena compañía: Pámpano es un perfecto anfitrión. El Bahía las Islas es impresionante, precioso barco, de verdad. En cuanto a la tripu, la primera impresión que me dieron fue muy buena, y eso que siempre que conozco a alguien de primeras me mantengo a la expectativa. A bordo del barco dimos cuenta de unas cervecitas.

 

Y sin saber cómo dijeron: ¡vente!. Y sonó la alarma. ¡Dios! Me gustan los barcos, esa invitación llegó justo en el momento en el que dejaba volar mi imaginación, envidiaba su suerte, deseaba navegar. Me pasa siempre que estoy a bordo de un barco, algo se me remueve por dentro, no quiero bajar.  Repitieron su invitación y ya me descompuse del todo cuando pámpano dijo: “puedo acercarte a casa para que recojas ropa”. No lo pensé. Vivo a 40 km de Roquetas, me había acercado en taxi sólo para verlos, ni de coña se me había pasado ni por la imaginación irme a navegar ¡qué locura! Lo dejé todo, me olvidé de mis responsabilidades, del trabajo, de la familia, de lo pendiente.

 

 Quería navegar, en esos momentos lo necesitaba más que nunca. Rafa me dejó en casa, según subía las escaleras hacia el dormitorio iba llamando a un taxi para que me recogiera.  Tardé 5 minutos de reloj en meter algunos pantalones y camisetas en el bolso, neceser, sudaderas y chaquetón. No le di vueltas, fue todo a la carrera, sin pensar si me faltaba algo. Me iba, así, tal cual, a navegar ¿qué puede hacer falta ahí fuera?  El taxista, que es un conocido ya esperaba en la puerta, le metí prisa para que corriera, quería llegar lo antes posible. En cierto modo era una huída en toda regla, dejaba las pesadillas atrás, y me obligaba a no pensar, de haberlo hecho mi yo razonable me habría frenado en seco. Así que corrí, corrí  a más no poder para hacerme a la mar.

 

Llegué sobre las 10 al puerto, cenamos en plan raciones en un bar de pescadores Roquetero. Inmediatamente a dormir, pues zarpábamos de madrugada. El armador me dijo que no tenía que levantarme, que podía quedarme durmiendo. ¿Dormir? ¿pudiendo disfrutar de la navegación? ¿perdérmela?  ¡y un carajo! Además, no quería ser una tripuflower. Sé que no soy una buena navegante, que tengo todo por aprender, pero  poco aprendería durmiendo. Así que a la hora prevista una servidora estaba en pie con la ilusión de una niña en la mañana de reyes. Desayuno consistente y rumbo a Motril.

 

La noche no resultó nada fría, eso sí, la mar un poco revuelta. Me dejaron hacerme al timón, el Bahía tiene una rueda enorme y muy sensible, se me iba de rumbo frecuentemente, la verdad es que lo hice fatal, pero…. A navegar se aprende navegando, y ellos fueron pacientes y me explicaban y corregían los errores. Sé bien que a base de estas oportunidades aprenderé día a día, ¡cambia tanto un barco de otro! ¡sobretodo del suyo al mío!

 

Según avanzaba la mañana el poniente apretaba. Llegando a Punta Santacriff  teníamos 45 nudos por proa ¡mantenidos! Alcanzamos puntas de 55. Fue… ¡como explicarlo! ¡alucinante!. Claro, para mi todo era nuevo, jamás me había visto en una de esas, y aunque a alguno le extrañe disfruté ¡vaya si disfruté! Como nunca. La mar se veía ciertamente hermosa, las olas no se llegaban a formar, las cortaba el viento. El agua golpeaba en la cara, y fuerte, ¡joder, si hacía daño! Era impresionante, el agua, de blanca espumosa que se veía parecía hervir.

 

Enrique pasó buena parte de la travesía abajo, queda disculpado de las guardias, aunque no por ello deja de colaborar, siempre está dispuesto a hacer tareas, tiene buen talante. En cubierta Angel gobernaba su barco con una maestría asombrosa, pese al temporal. Él y Joaquín se encargaron de convertir esa dura travesía en un crucero de placer. Con Joaquín hablé mucho, de todo un poco, del mar, de la vida, de los proyectos del futuro… Siempre que les miraba encontraba una sonrisa afable, me sentía muy segura a bordo, no hubo miedo ninguno, sí mucha ilusión. Es sorprendente la seguridad que transmiten ciertas tripulaciones, tras haber navegado con Kaia y Joakin sé que con ellos me iría al fin del mundo con los ojos cerrados, son los compañeros de navegación perfectos, en todos los aspectos, tanto como buenos marinos como excelentes compañeros.

 

Llegamos a Motril  justo a mediodía, calados hasta los huesos a pesar de ir equipados. Allí mismo en el pantalán, nada más atracar nos desprendimos de las ropas mojadas y las cambiamos por ropa seca. Javi estaba allí esperándonos con un par de botellas de vino de mi tierra, y Kaia preparó una deliciosa pata de cordero de la que dimos buena cuenta. No esperamos ni  a ducharnos, estábamos hambrientos. Después del café una ducha de agua caliente nos terminó de dar la vida. Posteriormente decidieron echar una cabezadita, aunque yo me enredé primero a hacer otras cosillas pues no acababa de vencerme el sueño.

 

Al final llegó la morriña y no sabía donde meterme. Kaia en su camarote, y Joakim se metió en el que yo había dormido, quedaba otro pero me daba apuro meterme por si dejaba a Enrique sin litera, además de que tenía la sensación de usurpar un lugar que no tenía asignado. Así que con algo de reparo me metí en el que estaba Joakin, en un rinconcito tratando de no despertarle. Pero este chico por lo visto duerme con un ojo abierto y otro cerrado, y me dijo que me tapara con el mismo saco. Yo es que soy algo corta y me daba corte meterme ahí debajo de buenas a primeras. Uff, me venció el sueño enseguida. Fue corto pero reparador. Al despertar acabé  acurrucada en el regazo de Joakin, charlando con él. No era nada sexual, no, para nada.. Y no porque Joaquín no sea atractivo, está fenomenal. Simplemente no había ese tipo de atracción, lo vi desde un principio como un compañero, era una sensación de bienestar, me sentía muy a gusto, sin más. Creo que él lo definió a la perfección: era calor humano. Joder que bien sienta que te abracen, y más en los momentos en los que lo necesitas, aunque él lo ignorara. Esta escapada me ha pillado en un momento crítico, por eso ha significado abrir una ventana de par en par para dejar entrar aire fresco, y lo ha entrado en forma de brisa marina.

 

El jueves por la noche estabamos pendientes de la meteorología para seguir hasta nuestro próximo destino: Algeciras. Pero el ponientazo no dio tregua. Yo estaba ahí, a la expectativa, cabía la posibilidad de esperar y al día siguiente llevar con Enrique y Javier el barco, pues debido a que Joaquín debía estar sin falta el domingo en Bilbao no podían demorarse. Y ahí estaba yo, esperando para proseguir o volverme a casa. Hasta que una nueva invitación lo cambió todo: me ofrecieron la posibilidad de subirme con ellos a Bilbao y conocer algo que anhelaba desde hace mucho: El Cantábrico. Pero eso… se queda para otro post

Vestida de blanco

Vestida de blanco

¿Y si os cuento que he visto la mar como nunca la había visto desde un barco? Se vistió de blanco, con traje de volantes rizados, y agitó su vestido de espuma y...

 

Queda pendiente contarlo, pero como adelanto: Travesía Roquetas-Motril, el poniente nos plantó cara, o en este caso proa. 45 nudos mantenidos durante algo más de dos horas, y puntas de 50 llegando a 55. No sé, algunos dirán: bah, eso no es nada. O que estaré exagerando. Pues no exagero y para mi fue mucho. Fui testigo de un espectáculo hermoso, muy hermoso. ¡¡Qué bonita estaba la mar!! ¡Y qué bueno ver que la tripu del Bahía de las Islas transmitía tanta seguridad! Y...¡qué fortuna la mía al poder ser testigo!  bueno, aún no he vuelto a casa, en cuanto regresé contaré algo más.

 

Solo sé que ya no me mueven de aquí, que quiero sal, y sol, y viento, que la mar me ha embrujado

Pesadillas

Pesadillas

No puedo dormir, y ya van 2 noches. Bueno, poder…. Lo intento. Me quedo amodorrada y enseguida una pesadilla me sobresalta. La misma pesadilla, el mismo fantasma.

Y como soy de la liga antipastillas pues ya llevo no sé cuantas valerianas y tila alpina. Y nada. Y ya desesperada me he tomao un lexatin con un golpazo de chivas, que es lo 1º que he pillao, pero nada…

 

Y debería estar contenta,. Ha sido un buen dia. Mario ha nacido, eso es motivo de alegría y anoche no pegué ojo, me he tirado casi todo el día en el hospital. Dando viajes parriba y pabajo. Debería estar cansada, joer si es que lo estoy. Pero no duermo. Y quiero dormir.

 

Me tumbo, cierro los ojos, pienso en cosas buenas pero me viene recuerdos que debería haberlos enterrado. Y estoy de un humor de perros. ¿Qué digo! Estoy furiosa y lo pago con quien más quiero. ¡Que te den! Eso le dije a la persna que siempre está a mi lado, sin venir a cuento.

 

Y el sireno, que se ha emperrado en compartir techo. Joder, si ni siquiera me lo llevo al cachalote a navegar. Y se empieza a impacientar esperando mi respuesta. Y no la tengo.

 

Debería haberme ido al barco a dormir, quería irme, allí siempre me he sentido a gusto, pero me ha dado miedo. No, hoy no estaría segura en el puerto ¿Qué hago allí sola?

 

Entretengo mis desvelos presentando a Mario en público. Y me he hecho un currículum. Y hago números ¿Cuánto necesito para irme de aquí lejos? Por primera vez hago cuentas, sumo, resto, calculo…  Evidentemente no encontraré un curro con el sueldo que ahora percibo. Pero me da igual. Y busco lejos, muy lejos. Y ahí están las niñas, solidarias, dando consejos. Sí, necesito un nuevo trabajo y soltar amarras. Sé donde están mis fantasmas, mis cadenas, las causas de mis pesadillas.

 

Quien sabe, quizá cuando vuelva a concitar el sueño lo veré todo más claro. De momento he perdido un amigo. Gran perdida. Y cuando lo vea todo más claro, cuando logre dormir más me arrepentiré por ello.

 

Solo quiero que las pesadillas no me vuelvan a despertar. Quiero dormir unas horas, sin sobresaltos, descansar. Y fíjate qué hora tengo y aquí estoy, con los ojos abiertos de par en par.

Bautismo de mar

Bautismo de mar

Tal y como anunciaba en el anterior post, el domingo una persona muy especial iba a recibir su bautizo de mar. ¡Y digo si lo recibió! Con baño y todo. Ayer me tiré todo el día en una nube, fue un día de emociones muy fuertes. El año pasado, por estas fechas mi hermano estaba postrado en la cama de un hospital. Los médicos decían que no andaría. Y no solo anda, sino que además navega. Al llegar al puerto llamé a mi buen Miguel, con el que tantas y tantas charlas he compartido a bordo de su barco, del mío o en el bar de Manolo, en el puerto. Me hacía mucha ilusión presentarle a mi hermano. Este se sorprendió de que Miguel supiera tantas cosas de él, ¡claro! Te conoce, le he hablado mucho de ti. Desayunamos juntos en el puerto, los tres, y hablamos de todo un poco. Era evidente que el tema de la salud saldría. El domingo mi hermano amaneció fenomenal, apenas cojeaba. Hay días que no puede andar, claro, pero ayer… daba gusto verlo. Y sobretodo oírle, estaba sereno. Le dijo a Miguel que para curarse, lo 1º es no hacer ni puñetero caso a los médicos, que si les crees te estancas. Lo 2º es asumir el grado de tu enfermedad, has de ser consciente que estás enfermo. Y lo 3º no conformarse, no has de desear curarte, sino que tienes que creértelo, estar plenamente convencido de que puedes mejorar. Y esforzarte, claro, esforzarte mucho. El se dañó la médula, su última vértebra dorsal es de hierro ahora, y le dijeron que no volvería a andar, y ayer…. Ayer tuvo su bautismo de mar a bordo de mi Cachalote.

Al salir del amarre saludé a Felipe, él también iba a salir con su maravilloso barco. Ahí estaba yo toda nerviosa y feliz gritando ¡Felipe holaaaa! ¡mira, mi hermanoooo! El niño me preguntó que si es que le conocía todo el puerto… 
Por primera vez he rezado con todas mis fuerzas que el viento fuera mínimo y la mar estuviera plana. El dia anterior el poniente pegó duro, y mis esperanzas se ibana apagando. Pero… tuvimos suerte, fue un día perfecto para salir a la mar por primera vez.

Nada más salir por la bocana le involucré con las tareas del barco. Nunca he tratado a mi hermano como a un inútil, y aunque he sentido mucha pena por verle mal he sido de las que piensan que la compasión, en según que grado no ayuda nada, sino todo lo contrario. Hay que esforzarse y darle caña para que no se haga el remolón.  Así que pronto le puse a la caña. Le fui explicando como parar el motor en caso de que me cayera al agua, como frenar el barco a vela, como funciona la radio y donde estaban las cervezas y coca-colas. 

Pero mi hermano es como yo, y pronto estaba ya en pie investigando por su cuenta. Me tuvo en vilo, sobretodo cuando decidió irse a proa. Y yo en esos momentos me parecía más que nunca a su madre: niño agarráte siempre a algo, niño ve despacio, niño ten cuidao, niño no me des el día que damos la vuelta ahora mismo pero ya rumbo al puerto. Pero lo dicho, mi hermano es como yo y no me hizo ni caso. Aún así me sorprendió, se movía muy bien.

Y se sentó en proa y empezó a mirarlo todo, en serio, era como un niño pequeño que estaba descubriendo el funcionamiento de un nuevo juguete. Pronto supo de los beneficios de una cabezadita al sol en proa. Fue instintivo, era la primera vez que navegaba y supo elegir donde se estaba mejor. Yo desde la bañera le miraba, como quien mira a su bien más preciado, como a un niño sabiendo que está descubriendo el mundo. Todo era nuevo para él: la proa surcando el mar, la estela, las velas, el casco reflejado en el agua, el balanceo, las sensaciones… Le dejaba hacer, aunque estaba preocupada de que pudiera caer, de que le fallaran las piernas en uno de esos calambres terribles , le dejaba a su aire. Como me suele decir: si caigo ya me levantaré. Y merecía la pena que disfrutara plenamente de todas esas sensaciones sin nadie que le estuviera dando la brasa. 

Algo parecido sucedió cuando quiso bañarse ¡joder, si en algunas cosas es igualito a mi! Ve el agua y no puede resistirse. Hace días pregunté en la taberna como podría ayudarle a subir en caso de que él no pudiera por si mismo. Los peldaños de mi escalerilla son de tubo, resbaladizos y cuesta un poquillo subir. La popa de mi barco vertical, me daba miedo no poder volver a subirlo. Pero, cuando me insistió de nuevo ¡anda niña! Solo un remojón, prometo no soltarme. Joder, ¿cómo decirle que no? Desde su accidente no lo había vuelto a ver tan ilusionado. Pensé: bueno mi barco es chico y llevo el arnés, el día es bueno y siempre en caso de emergencia puedo ayudarle atando al arnés un cabo y tirando de winche. No hizo falta. ¡Ay Dios! Si lo hubierais visto ahí, aferrado a la escalerilla, en el agua, riéndose, pero de esas risas con ganas, cantando tonterías. Tuve que aguantar el lagrimón melodramático, pero era tanta la ilusión de verle en mi barco. Aún así  tuve que aguantar algunas bromitas del niño.

Subirlo fue fácil. Ayer estaba fuerte, y no me había dado cuenta hasta ese momento de la fuerza que ha desarrollado en hombros y brazos. Como mi barco es chico estirando el brazo llegaba a la base del candelero de popa. Y yo pendiente pos si había que darle un tirón que le hacía falta para subir la escalerilla. Su primer baño en la mar desde hace casi 2 años. Estaba exultante. 

Durante nuestra  pequeña travesía hablamos mucho. Tengo dos hermanos: Miguel Angel, que es el mayor, y el chico, Antonio, con el que me llevo año y medio. Los quiero a los dos por igual, no es posible querer a uno más que a otro, al menos no en mi caso. Pero entre el pequeño y yo siempre ha habido una complicidad especial. Somos amigos además de hermanos, amigos  de los de verdad, de esos que tienes muy muy escasos. Ha sido compañero inseparable de juergas, de alegrías y de penas. Incluso compartimos suegros, cuando nos liamos él con una chica y yo con el hermano de esta. De jovencillos me acuerdo que nos tirábamos en su cama a ver pelis y a contarnos las andanzas de la noche anterior, con todos los detalles. Nos reíamos mucho contando las cositas de nuestros ligues, no habían tabúes ni cortes entre nosotros. Y bueno, si uno estaba mal el otro acudía sin dudarlo  

El retorno al puerto reinó la complicidad que siempre ha habido entre Antonio y yo. Antes de subir al Cachalote miró baboseando una moto de agua. Horas después vimos pasar una y me dijo: niña, ya después de este día creo que no cambiaría tu barco por un cacharro de esos. Reímos recordando anécdotas y Antonio compartió conmigo sus sensaciones. Me contó que había vuelto a sentir por primera vez sensaciones que desparecieron desde que se alejó de la montaña. Ha sido un más que buen atleta en general y especialmente un magnífico escalador. Para él la montaña era como lo es para mi la mar. Pero, dijo que por primera vez desde que el accidente cambiara su vida, había vuelto a sentirse en comunión con el mundo, con la naturaleza. Que se sentía libre. Me confesó que no le hacía ninguna ilusión venir a navegar, pero que debido a mi insistencia desde hace mucho, se “sacrificó” para darme el gusto, y se arrepintió de no haberlo hecho antes. Y yo le escuchaba y sonreía, sabía que sucedería eso, hemos compartido la montaña, fue el quien me la presentó en su día, quien hizo que hiciera mis pinitos en escaladas facilonas. Y sabía que en la mar descubriría un mundo de sensaciones paralelo, un afán de superación. 

Antonio quizá no volverá a escalar, al menos no como antes (ahora ya sé que nunca se debe decir “nunca más”), pero para él se han abierto otras puertas, igual de gratificantes, o quien sabe si más, eso lo dirá el tiempo. Kibo me comentó que Julio Villar se hizo a la mar tras un accidente de montaña, y ya ves, hizo unas cuantas millas. La próxima salida que venga Antonio le hablaré de Julio, y le regalaré su libro, seguro que se identificará mucho con él.  

Y preguntó, preguntó mucho. No sabía responder a todo, al menos responder correctamente ¡si yo aún estoy aprendiendo! Pero es espabilado, y siempre ha tenido un instinto especial para desenvolverse en cualquier medio. Y no llevaba nada mal la caña, sin apenas decirle nada supo poner el rumbo correcto, evitar que la ola nos entrara de través, y cómo llegar a puerto. Ya casi llegando a la bocana tomé el gobierno, con mi hermano al lado y tuve ganas de abrazarlo, fuerte. ¡Joderrrrrr! ¡Como soy poco ñoña! Nuevamente se confirma eso que tantas veces he oído decir: la mar es medicina para el alma. Y yo tuve la inmensa fortuna de presenciarlo, para mi fue como volver a navegar por primera vez, ver su cara, su sonrisa, su curiosidad, contemplar su silencio… ¡Qué grande es eso! ¡Qué suerte la mía al poder vivir un momento tan especial!  

Ahora tengo un nuevo compañero de navegación. Lo sé, a los dos nos queda todo un mundo por descubrir, mil cosas por aprender, pero nos tenemos el uno al otro, y entre los dos será más fácil el aprendizaje, además tenemos la absoluta certeza que no nos vamos a fallar nunca. Y ya hacemos planes de futuras navegaciones.  

Pero en estos momentos lo que prima es la seguridad a bordo. Pregunté en la taberna como poder subir a alguien con limitaciones a bordo, pensando en mi hermano. Sé que él tiene días buenos y días muy malos, no siempre se moverá igual de bien a bordo, por eso he de tenerlo todo previsto. Además, pensar en ello me ha hecho reflexionar en muchas cosas. Si algún tripulante cayera alguna vez al agua, aunque físicamente estuviera bien, pero si cayera y por lo que fuera perdiera el conocimiento, carezco de la fuerza y habilidad para subirlo de nuevo a bordo.  Y si cayera yo peso demasiado también con lo cual sería dificultoso subirme. Así que ando ideando el mejor método de emergencia para tenerlo siempre preparado. Y prima la línea de vida para cuando haya mal tiempo, ahora ya no puedo confiarme, mirar por la seguridad de otros me ha hecho darme cuenta más que nunca que para cuidar de ellos he de cuidar de mi misma también. Nadie lo ha hecho nunca, siempre me las he apañado sola, pero ahora, las cosas han cambiado, un nuevo pirata se ha enrolado al Cachalote.

Mi hermano se encontró en un cruce de caminos: tuvo que escoger entre luchar o resignarse con la sentencia de los médicos. Escogió lo 1º, le echó un buen par y abordó la vida con uñas y dientes, como un auténtico pirata creyendo que tras esa lucha le esperaba su botín. Y ganó, sigue ganando. Nadie dice que sea fácil, no lo es. Cuesta mucho, y duele, duele el cuerpo y el alma, pero cada vez menos. Y, por las sonrisas que me regaló a bordo merece la pena seguir dejándose el pellejo en esta lucha constante con uno mismo.  

ESPERANZA

Grumete de lujo

Grumete de lujo

 

7 de la mañana suena el móvil.

 

-grmfzzz ¿ssiiii?

 

-Marga, Joaquín al aparato, ¿vienes o no vienes a tomar café?

-Tío que es de noche…

-Son las siete

 

¡¡LAS SIETE!! ¡Joder que me he dormido! Salto de la cama, muerdo el cepillo de dientes mientras busco medias en el cajón… las medias, estas no, estas tampoco, ¡estas! ¡hostia, que están rotas! Pantalones, mejor pantalones… ¿vaqueros? No, no puedo hoy tengo reunión pija. Los negros, sí, y la camisa de seda, el top bien… está en la percha de la camisa. Suje negro, tanga.. ¿será posible que no hay ninguno negro? ¿qué pasa, que están todos en huelga escondidos en la secadora?¡vamos Marga, no te pongas tiquismiquis con las bragas, que no se las vas a enseñar a nadie (snif): venga, vale, el rojo brasileño, pero es que este es pa enseñarlo, ¡qué desperdicio de erotismo! Zapatos, ¿por qué siempre encuentro solo un zapato del par qué me quiero poner? ¡mierda, mierda, mierda! Y la tapilla del tacón ya no está, la he regastado hasta el clavo Lo mismo con las mini medias, todas transparentes y todas de distinto tono. Salgo a la carrera: el abrigo metido solo por un brazo, el bolso colgando del otro, también cuelga de mi brazo el collar y la mochila, que esta noche me voy directa para el puerto, salgo como una loca huyendo de casa mientras me pongo el pendiente ¡joder, se me ha caído el clip que lo engancha! ¡a ver quien lo encuentra en mitad de la calle, que le den al clip y a los pendientes. Y en mitad de mi pista de carreras mi hermanillo: ¿Dónde vas con las carrerasss niñaaaa? ¡Claro!, si está en medio y mi cabeza de lado mientras me pongo el pendiente no le veo y lo arrollo

 

-Voy tarde, ¿quieres café?

-Vale

-Pues corre

-¡Que simpática! Como no me des una nueva columna lo tienes crudo

-¡Ayyyy!! Lo siento, niño, (abrazo y besos por toda la cara)

-quita, quita, plasta, si ya sé que es un decir, yo también lo digo aunque no pueda correr. -Venga adelántate tu y pídeme un cola-cao, yo sigo mi ritmo (más besos y abrazos)

 

Cuando mi hermano llega al bar de Rafa, ya llevo mi café a la mitad y su cola-cao espera. Otro beso, hoy me he levantao tarde pero besucona, y le ha tocado a mi hermano.

 

-Oye niña… ¿qué haces el domingo?

-¡Mmmhhhh!- Las noticias de siempre en la tele:  Joer con el concejal Balear lo bien que se lo pasado en los puticlubs a costa de las arcas públicas, con la carita de marimoñón santito que tiene- ¿qué dices del domingo?

-Que qué piensas hacer

-Barco ¿por qué?

-¿puedo ir?.

Suena el claxon de un coche, me esperan

-Te dejo, es mi taxi, luego hablamos (otro beso)

 

Y ya en el despacho, 2 horas y tres cafés después puedo leer la prensa. Y recordar. ¿Mi hermano me ha preguntado que si puede venirse a navegar el domingo? No… lo habré oído mal. Pero… me da que sí…¡qué va! Eso si que sería raro. Mejor le llamo y salgo de dudas

 

-¿Antonio? Oyeee…. Estooo… ¿qué me has dicho esta mañana del domingo? Que con las prisas ni me he enterao

 

-Te he preguntado si podía ir contigo a navegar

 

(silencio)

 

-Niña ¿estás?

 

-¿En serio quieres venir?- (alucino, me está pidiendo venirse al Cachalote)

 

-Oye, que si no quieres o no puedes nada, eh. Es que Alicia tiene guardia y no tengo nada que hacer, y como hace tan buen tiempo

 

-¿Eres tonto? ¿cómo no voy a querer?¡claro que sí!

 

-Que he pensado que se podría venir Tomás por si luego me tenéis que ayudar a bajarme del barco

 

-Claro que puede venir Tomás y quien tu quieras, vamos como si te quieres traer a todo el tercio legionario, niño ¡qué alegría me has dado!

 

-Es que tienes suerte de tener un hermano tan majo. Solo una cosilla: no te pongas en plan madre protectora en mitad del puerto, no soy inútil, solo medio inútil, si me caigo ya me levantaré

 

-Siempre lo haces  capullo (sonrío y se me hace un nudo en la garganta)

 

-Guapa

 

-Te quiero un montón niño. Ya hablamos mañana pa organizarnos, esta noche dormiré en el barco. Llámame si necesitas algo

 

-Vale

  

Presiento que va a ser un finde especial, el domingo no saldré sola a navegar, si no pasa nada mi hermano tendrá ¡al fin! Su bautismo de vela, y estoy segura de que le va a gustar ¡qué suerte tengo! en estos momentos me siento la mujer más afortunada del mundo.

Mario

Mario

Mario está punto de llegar. Probablemente sea en Semana Santa cuando le conozcamos. Tengo muchas ganas de verle, la verdad, estoy convencida de que es muy guapo, moreno, de ojos castaños, quien sabe, quizá me equivoque y sus ojos son negros. Pero moreno, eso seguro, y si no me encargaré de que le de el sol para que su tez oscurezca.

 

 Desde algún tiempo solo hablamos de él, todos lo esperamos impacientes, así que cuando llegue habrá que hacer cola, ya llegará mi hora de disfrutarlo. Y cuando ese día llegue me lo llevaré a la mar, porque Mario promete ser un buen navegante, el mejor, si hasta las primeras letras de su nombre lo pregonan.

 

Soy consciente de que el llevarlo al puerto será al principio fuente de conflictos, es que Mario proviene de una familia algo carca de la que casi ninguno ha salido con la afición naútica, pero ¡ojalá a mi me hubieran llevado a navegar mucho antes! Tuve que esperar a tener 30 años para ir yo por mi cuenta, así que haré todo lo que esté en mi mano para que Mario conozca pronto la mar. Y para ello he de mejorar mucho, aprender más y ser prudente, que no es lo mismo ir sola que llevar a un novato.

 

Ya le he comprado su primer regalo, un delfín de peluche ¡qué cursi! Claro, hubiera preferido comprarle el barco pirata de playmobil, pero un bebé tan chiquitito poco uso le daría. Eso sí, en cuanto empiece andar tendrá su primer barco, uno de verdad. Ya me lo imagino gateando por la bañera del Cachalote, o con la colla de optimists gobernando su embarcación, ¡me entra un cosquilleo por el cuerpo!¡qué impaciencia!. Y si su padre dice ¡qué diga! Le conozco bien, desde que nací, es mi hermano mayor y aunque sea muy renegón no podrá oponerse a mi regalo, le convenceré de que ese un deporte como otro cualquiera (aunque su padre no ve esto de la náutica muy deportivo que digamos). Lo mejor de todo es que como los niños aprenden tan rápido seguro que antes de que cumpla 10 años se convertirá en mi maestro y me enseñará mil cosas.

 

Y en cuanto sepa leer y escribir lo tendréis pululando por la taberna, y si sale a su tía os hará mil preguntas… O quien sabe, quizá os las responda, que Mario va a ser más listo que el hambre y más chulo que yo, y eso ya es chulería a raudales.

 

En fin, empieza la cuenta atrás, si no le da un arranque de prisas,  mi sobrino nacerá en unos días, y como va a ser el primer niño que corretee por el Cachalote, me encargaré de que se convierta un buen pirata. Es lo que tiene tener una tía sirena

 

Así que haced sitio en la barra cofrades, y preparad un bibe de ron, que un nuevo pirata y temible pirata está a punto de llegar a esta taberna

 

Por cierto… todo lo expuesto es pa preguntaros ¿a qué edad mínima puede llevar su primer optimist?

Prudencia

Prudencia

Voy a ver si me encuentro dentro de mi piel
y comprendo porqué nada puedo entender.

Fito 

Ayer lo dejé todo previsto. Esta noche quería a salir a navegar. Iba a ser mi primera salida nocturna en solitario, y me apetecía un montón. He tenido un par de semanas muy complicadas emocionalmente. No es que me vayan las cosas mal: el sireno me ha hecho la vida muy agradable, me mima mucho y me vienen bien sus besos y caricias, cuantas más mejor. Y  ¡menuda forma de acariciar! Me gusta hacer el amor con él, tiene un punto muy sexi cuando se pone y es un magnífico amante. Pero por otro está mi parte rebelde y cabezota, la que se empecina en no querer a quien me quiere y  descubrir derroteros imposibles. Y bueno, a esto he de sumar que me duele el corazón, que es como una vieja y frágil  porcelana, hecha añicos y pegada trozo a trozo, que de cuando en cuando se desprende algún trocito de estos mal remendados.  

Mi yo racional me dice que he de dejarme llevar y aceptar el amor que me ofrecen, y disfrutarlo al 100%. Mi alter ego pasional es una cabrona que se cierra en banda, una gata puta que le da por subirse a los tejados para ponerse a mirar la luna. La luna…desde  muy niña me quedaba embobada mirándola. Me acuerdo en mi primera casa que la ventana del salón daba a un enorme jardín privado, lleno de margaritas y rosales.  Desde el sofá algunas noches la veía, me quedaba así, quieta, mirando ¿qué sentido tiene mirar una luz en el cielo durante tanto tiempo? Pues no lo sé, pero me hechizaba. 

Después de comer me he echado un rato la siesta, para descansar un poco, más que nada por  prevenir un ataque de sueño a media noche en mitad de la mar. Lo he dejado todo dispuesto para salir en cuanto despertara: ropa de abrigo, traje de aguas, linternas, pilas, la vhf portátil para llevarla a mano. ¡Ah! Y un silbato, tal y como me recomendó llevar un amigo anoche.  También llevaba el potátil. No estaba segura de usarlo, pero  un amigo me pasó el programa Cartes du ciel, y quería compararlo en directo. Aunque quien sabe, cuando salgo sola por norma general no hago nada, más que navegar, y disfrutar de los placeres que ello aporta a todos mis sentidos.  Sobre la mesa he dejado la vhf y 2 móviles a falta de uno. 

Al levantarme he preparado un buen termo de café. Y un sándwich por si me daba hambre. Creo que el café es el vicio que más me costaría dejar. A decir verdad estoy casi segura que soy incapaz de privarme de él. Una vez dejé de fumar, me lo propuse una mañana y no me costó, aunque lo retomé al año siguiente porque me gustaba. Sin embargo, he intentado muchas veces no tomar café, y es imposible. Me gusta el sabor, el aroma que desprende. Es una verdadera adicción.  

Esta vez, al llegar al barco no he tenido la sensación de nerviosismo que suele darme otras veces, previas al salir sola. Estaba serena. Creo que ha sido el día que más serena he estado desde hace mucho. Tenía una cita en la mar, una cita conmigo misma. De eso se trataba, de salir a la mar de noche, en paz, de buscar dentro de mi y reencontrarme. Es que ando un poco perdida estos días. Y bueno si hay un lugar donde se me puede encontrar es allí fuera. La mar  suele dar respuestas que muchas veces no encontramos en ningún otro lado. Pero no, no es que te las cuente, es que la mar tiene un don, hace que te abras y te asomes al fondo de tu alma. Allí están las respuestas, esas que no ves o inconscientemente evitas. 

Pero las cosas nunca salen como una preveé. Llevaba mucho sin entrar al barco. Creía que estaba todo dispuesto. El primer problema era las baterías, estaban secas. Claro, no puedo navegar sin luces, Y bueno, pensé: puedo salir a media noche, ponerlas a cargar unas horas, total, la tarde aún estaba cayendo. Y me pongo a reflexionar, tampoco podría accionar la bomba de achique en caso de que tuviera una vía de agua, y sé que tenía una manual, que me dejé en casa el verano, cuando pinté. Por lo demás, la vhf fija… bueno llevaba la portátil, y ahora que caigo ¿Dónde la he metido? ¡Mierda! Me la he dejado sobre la mesa del salón, junto a los móviles. Total,  que tendría que dejar enchufado el barco a tierra a poner las baterías a cargar. Y aplazar la salida nocturna. Pero en esta ocasión a pesar de que mi primera reacción ha sido de fastidio, no me lo he tomado muy mal, y eso que llevo unos días tomándome todo a la tremenda. Pero mi intención esta noche era encontrar un poco de paz, así que una pataleta o berrinche daría ugar al efecto del que trato de huir.En un primer momento he pensado en dormir en el barco y levantarme a media noche para salir. Pero, creo que por una vez en mi historial de navegante inconsciente ha primado la cordura. No, me conozco y sé que al final hubiera salido antes de dar tiempo a tener las baterías mínimamente cargadas, arriesgándome a navegar a oscuras. Además, la radio fija me obliga a bajar dentro, y a pesar de que compré el piloto automático aún no lo tengo instalado. La portátil en su funda estanca siempre a mano es imprescindible, lo tengo comprobado por los sustos que llevo ya en el cuerpo. Al final he vuelto a casa, jodida pero satisfecha.

 Sí, creo que empiezo a  adquirir prudencia. Hasta ahora era de las que se tiraban de cabeza, de las que decían: quiero navegar  sea como sea, sin tener en cuenta que mis actos podían traerme consecuencias nefastas. Será que paso a paso estoy cogiendo experiencia. He empezado tarde, pero quien sabe, quizá algún día, dentro de muchos años, llegue a ser una navegante medio decente. Pero para ello he de aprender mucho y  durante mucho tiempo, y eso solo lo conseguiré haciendo las cosas con la cabeza. El mal tiempo en la mar ya viene solo, sin necesidad de llamarlo. 

Mañana será otro día. Espero que no hayan más errores, porque en cuanto despierte salgo a la mar, que aunque algo tarde, sé que me estará esperando.